30 marzo 2016

Colaboración Levante-Emv 22/3/2016 "Enigmas urbanos"

"Enigmas urbanos"

Ronda la edad en que se descubre que ya han sobrado veinte años inanes y que harán falta otros veinte para hacer todo lo que le gustaría hacer. Se sienta en una terraza y pide un bombón. Mientras ve diluirse la leche condensada se acuerda de un periodista deportivo que, al terminar un reportaje sobre la vuelta ciclista, anunció su marcha para emprender un ambicioso proyecto profesional. Nunca volvió a saber de él.

Hay enigmas que nos persiguen toda la vida, otros solo unos días.  El misterio de los péndulos se ha resuelto. Intrigaba que dos relojes de péndulo, puestos uno al lado del otro, acabaran acompasando sus movimientos. Un físico holandés lo puso de manifiesto y han sido dos matemáticos portugueses, Enrique Oliveira y Luis Melo, los que han determinado que las ondas sonoras que transmiten por paredes o travesaños comunican a ambos péndulos, perturban sutilmente su ritmo de oscilación y, en menos de media hora, acaban por inducir su sincronización. Parece sensato.

Cada día tiene su afán, que decía el otro,  pero también cada día tiene su enigma. Un fotógrafo valenciano, Alfonso Calza, inmortalizó a una pareja besándose en una estación del metro de Londres el 14 de agosto de 2012. Ella le coge suavemente los dos lados del cuello, él parece tener lo hombros subidos. No se sabe muy bien qué hace con su mano derecha por que una señora bajita se interpone entre el objetivo y el brazo. Buscan a la pareja con el hastag #Kissmevlc a través de redes sociales. El pintor Luis Lonjedo  ha hecho un mural en la calle Moret, del barrio del Carmen, y parejas se besan frente a él difundiendo el hastag con sus fotos. Lo enigmático, es lo de Vlc en el hastag, ya que su único vínculo con el beso, los besadores y su recuerdo es precisamente el fotógrafo que lo inmortalizó. A ver si tienen suerte y los encuentran.


En la Plaza del Ayuntamiento, tras la cremá, suena una versión del himno regional que no parece de Francisco pero no nos dicen de quién es. Vicente Ramirez  saluda la versión en valenciano de Bajoqueta Rock del “València en Falles” del maestro Raga pero no concretan si harán una gira conjunta este verano.

A todo esto, ¿qué habrá sido de Francisco Martinez de León?. Rompió con Unión Valenciana siendo concejal en la primera legislatura del gobierno de la derecha. Estuvo tentado de apoyar una moción de censura, dimitió y dejamos de saber de él. Nunca nos cuentan lo importante ni por qué hay un Panaria en cada esquina.


Cuenca está muy cerca, a tiro de AVE son cincuenta y cinco minutos. Por un euro, un microbús lleva a los pasajeros de la estación Zóbel al centro de la ciudad. A él le gusta y quiso que ella le acompañara. Cenaron allí, durmieron allí, desayunaron allí, almorzaron allí y volvieron a casa. En cada bar, en cada restaurante o en cada taxi hacía lo que hacía siempre en Cuenca, preguntar por José Luis Perales. Hace muchos años anunciaron que firmaba un gran contrato con una multinacional discográfica pero nunca se supo más. Le indican dónde vive, le cuentan alguna anécdota suya o, simplemente, le dicen que no saben nada de él. Le tranquiliza saber que saca nuevo disco.

22 marzo 2016

Resumen intervenciones del "deslenguado" sobre Rita

Colaboración Levante-EMV 15/3/2016 "Un serial urbano"

               "Un serial urbano"

Antes de salir de casa se asoma a la ventana. Gafas, tabaco, llavero, cartera y dinero buscan sus bolsillos predestinados. Lo observa ronronear en círculos, de menos de diez metros, alrededor del portal. No le hace esperar. Se hacen los encontradizos, se saludan y hablan. Llevan meses así. Sabe mucho de su mujer, de sus hijos y de sus nietos. Le ha enseñado cómo se subvenciona vidas sin humillar, cómo se afrontan enfermedades impronunciables, como se gozan los goles del equipo del alma. Le orienta, desde su vida, a vivir la suya propia.

Pronto una nueva tele autonómica va a empezar a emitir. El mundo de la producción audiovisual valenciano está inquieto, excitado, movilizado y preparado para ofertar sus productos. Cuando parece que todo está inventado siempre hay sorpresas a la vuelta de la esquina. Muchos de los futuros contenidos son previsibles. Habrá informativos, documentales, películas, concursos, debates, programas de investigación, espacios de humor, … lo que viene siendo una televisión, vamos.

Innovador sería rodar series de la Valencia urbana ignorada tanto tiempo por la vida oficial. En otras épocas se buscaba identificar lo valenciano con un mundo rural hoy irreconocible. Chascarrillos y tópicos perseguían un alma valenciana hoy diferente.

Las tribus urbanas, los bares de culto, las profesiones emergentes deberían tener sus espacios de ficción, que nos las descifraran. Nuestra ciudad ha cambiado mucho, y no solo porque la ciudadanía votante haya dado la espalda a unas fuerza políticas y hayan apostado por otras. Eso es solo una consecuencia del cambio. Sentados en el autobús, en un restaurante o solo paseando nos llegan ecos de historias que no se reflejan en los medios de comunicación habituales ni sobre los que desarrolle ficción y, mucho menos, que serien las televisiones.

Benimaclet y sus vecinos, las inmobiliarias de barrio, los bares de Ruzafa, los institutos de bachiller, el juzgado de guardia, el retén de bomberos, algunas librerías; prácticamente cualquier ámbito de la vida valenciana tiene pendiente una serie de televisión.

Las respuestas a las preguntas que nos hacemos están en las calles, aunque las de cada barrio sean diferentes. Las relaciones afectivas, los dramas personales, las alegrías profesionales, los anhelos, las victorias y las derrotas nos sitian. Los valencianos no somos como los tópicos nos dibujan pero aún nadie nos ha expuesto al escrutinio público. Somos lo que leemos y lo que vemos pero ni leemos ni vemos lo que tenemos más cerca. Estamos esperando el serial urbano que nos refleje.


Llevan décadas intercambiando información sobre el gran espectáculo de la política. No coinciden en casi nada pero les fascina el juego, sus reglas, o mejor; su ausencia de reglas. Cada vez que uno hace un descubrimiento lo comparte con el otro. “El ala oeste de la Casa Blanca”, “House of cards” en la antigua versión británica o la moderna norteamericana, “Yes, Minister”, “Borgen”, “Political animals”, “Veep”, “El juego del cambio”, “1600 Pen”, “Boss”, “Parks and Recreation”, “Sra. Presidenta”, “Spin city”, “The tick of it”, “Jack Bobby” y alguna otra serie, les han dado para horas de conversación. Lo que en realidad les gustaría es ser incorpóreos unos días, vagar por el Palau de la Generalitat y el Palau de Valeriola, ver qué se cuece en directo. A falta de imposible invisibilidad sueñan con una serie política valenciana.

15 marzo 2016

Colaboración Levante-EMV 8/3/2016 "A Bialetti no le han escrito"

"A Bialetti no le han escrito"

Llevaba leidas y recortadas siete necrológicas de Bialetti, el apóstol de la cafetera Moka. A lo largo de su vida había comprado varias; de una, tres, seis, nueve y doce tazas. Para él era un socorrido regalo. Inicialmente las tenía localizadas en Habitat y respiró cuando las vió en el Corte Inglés. Se preocupó cuando  pasaron a producirse en un país del este. Se emocionó al fotografiarla en el MOMA. Leía un libro de relatos y alucinó con una de sus frases, “En el último momento decidimos empacar también la cafetera Bialetti y una pequeña fotografía de Emiliano Zapata”. Bialetti le acompañaba después de muerto.

Los libros viejos huelen a libro viejo y los libros antiguos huelen a libros antiguos. Paseando por la feria anual que se instala en la Gran Vía Marqués del Turia es fácil evocar la paradoja de la satisfacción. Te cruzas con gente que, al conservar una memoria tan trágica del pasado, ahora todo les parece bien y buscan con deleite aquellos manuales, soflamas o análisis de la peor de sus épocas vividas. 

Con envidia hemos leido alguna vez a Cercas, a Trapinello o a Javier Marías relatar asombrosos descubrimientos en alguna librería de viejo. Almonedas que escondían tesoros literarios que a ellos no les pasaron desapercibidos. Libros cuya existencia se conocía pero que nunca fueron reeditados, joyas con brillantes anotaciones al margen. Cosas que pasan pero siempre a otros.

La paciencia de los libreros de viejo es para estudiar. Soportan estoicamente insólitas peticiones. Se les pide libros imposibles de épocas en que no existían, de temas no tratados, de autores ágrafos.


Conviven casetas que guardan un cierto orden con otras en que el caos y el desbarajuste se han adueñado del espacio. Naufragan los clientes entre libros valiosos que conviven con otros que penan por el estigma del reclamo de su ridículo precio.

Esa feria, a lo largo de los años, nos ha ido suministrando libros que siguen acompañándonos, que recomendamos y que releemos. “La Regenta”, “Drácula”, “Los pazos de Ulloa”, “El guardián entre el centeno”, “Cañas y barro”, “Fortunata y Jacinta”, “Los intereses creados”, “Historia de dos ciudades”, “El jugador”,… incluso “El libro del sentido común del cuidado de bebés y niños” del doctor Benjamin Spock.

Pasan los años y da la sensación de que la feria languidece, que se va consumiendo, que necesita un empujón para volver a situarse en primera línea. El año que viene celebraremos el 150 aniversario del nacimiento de Blasco Ibañez. Las instituciones impulsarán la celebración, como Blasco y los valencianos merecemos. Un objetivo debe ser revitalizar esta querida feria, madre de nuestra memoria.


Recorrió todas las casetas de la Feria del Libro Antiguo buscando una imprescindible biografía de Bialetti. Uno de los vendedores le dijo que a Bialetti no le han escrito. Tocó todo lo que estaba a la vista, haciendo caso a los carteles que invitaban a pasar a inspeccionar las columnas traseras. Preguntó por un libro sobre periódicos y periodistas en la edad de oro de Fleet Street, “La calle de la aventura”. Buscó “Lobos frente al mar”. Le pesaban las bolsas con libros de cocina, comics de los cuatro fantásticos y algún ensayo sobre la pobreza. Entró en París-Valencia y, satisfecho, se compró la última novela de Vargas Llosa.

08 marzo 2016

Colaboración Levante-EMV 1/3/2016 "Armisticio"

"Armisticio"

Habían atravesado la callejuela buscando el origen de la algarabía. Centenares de personas cenaban sobre largas mesas. Dos colores predominaban en bufandas, pañuelos y pulseras. Andando, volvieron a ser atracados por el griterío de otra de esas cenas multitudinarias. Al tropezar con la tercera exploraron la posibilidad de unirse. Se contentaron con la explicación del palio de Siena. Cuando él consiguió meterla en la piazza del campo, a empellones, ella le dedicó una de esas sonrisas que repartía como si fueran un regalo. Sólo para él.

En tiempos en que las ideas viajan más rápido y más lejos, aunque mueran antes, la fiesta es global. Podemos saber en qué consiste esa fiesta del Takanakuy en el pueblo peruano de Santo Tomás, en las faldas de los Andes. Golpean al prójimo. Dicen que lo que ocurre allí es cosa del pueblo y que queda en el pueblo; como en un vestuario, como en un quirófano.

El mundo global percibirá que aquí construimos unos llamativos y coloridos monumentos de cartón para quemarlos a los pocos días. También que la pólvora, el ruido, los cohetes y las luces forman parte del olor y el sabor de esa fiesta.

Quienes se acerquen hasta aquí no entenderán muy bien lo de las verbenas cuya música convive con las vecinas, ni el por qué de ese trasiego de decenas de miles  de ramos de flores en una plaza, ni esas plantas bajas de las que sale todo el mundo con una copa en la mano.

Nunca percibirán que estas fallas son las primeras de otra época, la del armisticio en una guerra incruenta en que todos nos hemos dejado pelos en la gatera.
Si la Crida del 2015, con su caloret, fue el emblema de un ocaso, un punto y aparte; la de 2016 ha sido la de un inicio con regusto a paz. Más de dos décadas de enfrentamientos absurdos, de sospechas moldeadas en las conciencias, de temores ante lo desconocido. Las Torres de Serrano lucían límpias, cubiertas de un atractivo juego de luces. No faltó ninguna autoridad democráticamente elegida, desde el Presidente de la Generalitat a concejales del Ayuntamiento. Las falleras mayores fueron más protagonistas que nunca, llamaron al mundo a conocernos, con frases sensatas. Alcalde y  concejales dejaron a las falleras el protagonismo que la fiesta les quiere dar. Falleras y falleros con su traje de faena, el polar monocolor que les distingue de los vecinos, aplaudían o silbaban según sus libres preferencias. El himno sonó con la misma fuerza que siempre.

Ya no hay dramatismo en la fiesta, no hay temores de desaparición ni de manipulación. Nadie la patrimonializa, nadie la amenaza. Es, nada más ni nada menos, que fiesta. Décadas después, lo normal vuelve a ser normal. ¿por qué hemos cambiado tanto en tan poco tiempo? ¿Será para siempre?


Regresaban al apartado hotel. Estaban en la ciudad más bonita de Sicilia. La passeggiatta tocaba a su fin, empezaban a cerrar las heladerías y la gente se había hartado de cruzarse y saludarse. El juego de adivinar qué era de esas vidas desconocidas tocaba a su fin. Les llegó una melodía desgarrada, de esas voces que les atraían como un imán. El grupo que amenizaba la verbena callejera estaba próximo a la jubilación. Se divirtieron hasta agotarse y bailaron. Sí, bailaron.

02 marzo 2016

Colaboración Levante-EMV 23/2/2016 "El valor de las cosas y de las casas"

"El valor de las cosas y de las casas"

Las tardes de hospital son de bullicio sostenido, las noches son más de ruidos secos. De susurros que se pisan, unos a otros, se pasa al portazo o a la bandeja que cae. Su madre parecía vivir un sueño agradable, sonreía. La vecina, que esperaba un bajón de azúcar que no llegaba, ni comía ni bebía, pero se fumaba encima. Le arrastró a un rincón secreto del patio y le contó retales de su vida sufriente. Tanto trabajar para acabar en la ruina por un socio desalmado. Lo que más le dolía es que le vendían el piso en el que siempre había vivido por veinticuatro mil euros y no los tenía.

La economía tiene mucho de enigmático. Se argumentan profecías que no se suelen cumplir y se busca explicación a los desvaríos de la realidad. Cuando el petróleo es muy caro es desastroso para la economía pero no menos que cuando es muy barato. Cuando China invade comercialmente el mundo tiemblan sus cimientos económicos pero no menos que cuando baja su ritmo de crecimiento. Desde antiguo hemos pensado que cuando hay mucha oferta bajan los precios y cuando hay poca, suben. Ahora sabemos que según para qué.

Desde los años noventa Valencia tiene su población estancada. Más bien disminuye, lenta pero persistentemente. Pese a que la tendencia estaba fijada se emprendíó una desenfrenada carrera para construir sin tasa miles y miles de viviendas. Según empresas especializadas, Valencia presenta una tasa media de desocupación del 30%. De las zonas en desarrollo de los últimos años, el mayor índice de desocupación se encuentra en La Torre, superando el 60% . Algo mejor están Patraix y Benicalap con “solo” el 30% y el 40% , respectivamente. En el antiguo camino de las Moreras se mantiene en el 30% que promedia la ciudad. Solo en Cuatre Carreres y Ademuz se mejora la media, con un 15% y un 10% de desocupación.
¿Si las casas solo sirven para que viva la gente cómo dejamos que los precios subieran, subieran y subieran sin que hubiese gente dispuesta a habitarlas?
En la época en que se desató la locura nos gustaba pensar que nos habíamos enriquecido sin esfuerzo, que nuestras casas de diez pasaban a valer cien, por arte de birlibirloque. Nadie nos advertía que si optabas por los cien había que prescindir de la casa y, para tener otra igual, deberíamos gastar ciento veinte. Todo era irreflexivo, hasta la efímera riqueza.

Los tribunales han decidido que los inmuebles valen lo que valen y no lo que la administración dice que valen. Durante años, los que malvendían sus viviendas  recibían de la Generalitat una liquidación adicional en base al valor que ellos estimaban por el impuesto de transmisiones. Muchos lo dejaban pasar, no querían líos. Otra fiesta que se acaba.


En la época en que los dos tenían trabajo decidieron casarse a la antigua, con piso, cortinas y muebles. Aplazaron la voracidad de la necesidad de estar juntos hasta que todo estuviera perfecto. La mayoría de sus amigos de la falla los criticaban. Ellos lo sabían y les daba igual. Lo querían todo perfecto. Ya no tienen dos trabajos y no pueden pagar la hipoteca. Abrazados vigilan la mudanza, no quieren que ningún mueble se les estropee.

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