27 diciembre 2016

Colaboración Levante-EMV 20/12/2016 "Aphantasia"

                             “Aphantasia"

Entre las nueve y las trece horas  habló con varias personas. A seis de ellas les contó que, según wikipedia , Juan Bau estaba muerto y él lo había desmentido. Estaba en un bucle como el experimento de física cuántica en que un gato estaba vivo y muerto, en dos sitios, a la vez. Cinco de ellas no sabían quién era Juan Bau. La sexta lo sabía pero era incapaz de recordarlo. Él cerró los ojos, entró en la única televisión de 1974 y tarareó algunas estrofas de “Sigue tu camino”. El 7 de diciembre de 2016, a las 11´07 horas, wikipedia devolvió a la vida a Juan Bau y él se alegró. Resucitó.

Un neurólogo británico ha realizado una investigación que indica que un porcentaje de la población es incapaz de evocar, mentalmente, situaciones, escenarios o personas. A esa extraña condición le ha llamado “aphantasia”. Los resultados no son concluyentes y va a seguir investigando. Son personas cuyo “ojo de la mente” no funciona. Parece que solo al hablar con otros descubren su tara. Les cuentan qué imaginan y no pueden creerlo.

La política municipal no es apta para aphantisíacos o aphantisíacas. Se puede cortar el tráfico de la Gran Vía de Madrid siendo aphantisíaco viendo escenas de “Abre los ojos” de Amenábar; para otras muchas cosas es imposible. Vamos a tener un tranvía a la Malvarrosa, construido en Almássera en 1926 y rehabilitado en los talleres de FGV de Torrent. Hará el recorrido  del Pont de Fusta hacia el Grao y viceversa. Ya no habrá que ir a San Francisco o a Lisboa para disfrutar de un traqueteante y sólido tranvía. La Consellera María José Salvador, entiende el nuevo mundo, no es aphantisíaca, imagina. Tiene calidad, visión de futuro y su huella quedará en Valencia cuidando detalles.

Hay un compañero de páginas, cuyo nombre omito, para que no se me tache de pelota, que nos ha hecho soñar un par de actuaciones municipales. Sugirió, con todo el lío de dónde ubicar  IKEA, que bastaba pintar de azul y amarillo el edificio de Feria Valencia. Les cobraríamos un precio razonable y solucionaríamos dos problemas. Después de leerle, cuesta no imaginar la Feria de Muestras de la era preinternet vestida con los colores corporativos de la multinacional sueca. Otra, ha sido el necesario museo fallero inherente a la declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Es pasar por el Ágora e imaginarlo lleno de ninots, sala de máscletaes, pasodobles, museo de trajes festeros, tienda de recuerdos y demás atractivos que lo convertirían en un muy visitado museo. ¡Bienaventurados sean los fantasiosos!


Al caer el sol, sea cual sea la estación del año, nuestro vecino se acerca al contenedor a buscar maderas. Con el paso de los años tiene más competencia. Chicos pertrechados con bicicletas, ganchos y cajas de naranjas, se le suelen anticipar. Cuando detecta alguna madera suave, dura y cálida, la acaricia. Cierra los ojos y en su  mente talla figuras con devoción. Cervatillos, gatos, incluso un jabalí han sido tallados por la gubia de su mente. Se las lleva. Nunca sabemos qué hace con ellas. Le llamamos el “príncipe de las maderas”. Desde que enviudó ya no lo vemos tanto. El cuerpo, ese que le ha venido acompañando, y que tanto le gustaba, no es el mismo.

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