23 febrero 2016

Colaboración Levante-EMV 16/2/2016 "Socavón digital"

"Socavón digital"

Al jubilarse proclamó que nunca iría a por sus nietos al colegio ni a comprar al supermercado. Lo incumplió. Descubrió el club de amigos de los paradores y sus descuentos. Recibía una revista mensual. Tres o cuatro veces al año se escapaba con su mujer tras estudiar las ventajas de esa amistad. Dejó de recibir la revista. Convenció a un nieto de que enviara, en su nombre, una protesta por email. Con las disculpas volvió la revista. Duró poco. Se acabaron los paradores, las noches, los puntos y los viajes. Sigue sin email.

El Ayuntamiento opera como gobierno abierto, mejora su información en la web y cumple con los exigentes requisitos de la necesaria transparencia. El año pasado recibió casi cinco mil quejas por vía electrónica. Mejora sin cesar los canales de comunicación por internet y cada vez se efectúan más trámites telemáticamente.

Las familias numerosas tienen importantes descuentos en el autobús urbano pero la tarjeta solo se puede cargar por internet. El valenbisi se lo cobran con la tarjeta de crédito aunque no se sabe muy bien cómo darla de baja. Prácticamente todos los trámites municipales se pueden hacer digitalmente; solo se requiere ordenador, móvil con internet y una conexión razonablemente potente. El reto es acabar con el papel.

No se trata de meter miedo, a causa de la red, como hace Evgeny Morozov con sus libros, “El desengaño de internet” o “La locura del solucionismo tecnológico”;  pero no podemos dejar de recordar a los que viven en el socavón digital.

Jubilados que se desesperan en la cola del banco porque no les dejan pagar un recibo en ventanilla. Familias numerosas que no acceden a los descuentos del autobús porque no saben cómo recargar sus tarjetas, parados que nunca llegarán a conectarse a las bases de datos de empleos disponibles. Sorprende que un gran reto de las administraciones sea contar con un mapa digital de recursos disponibles para los más necesitados, muchos de los cuales no disponen de los medios para poder consultarlos.

¿Cuántas personas contactarían con un familiar desplazado si alguien les ayudara a conectar con ellos vía skype?

Las administraciones deben ser útiles a las personas, a todas las personas, incluso las que no pueden, ni saben, cómo pueden beneficiarse de los medios que tienen a su disposición. No estaría mal que llenáramos uno de los infrautilizados edificios municipales para que probos funcionarios ayudaran a quienes quieran hablar con un nieto por skype, a quienes necesiten mandar un mail de queja, a los interesados en recargar una tarjeta de transporte, o, por qué no, echar un vistazo a wallapop por si hay algunas muletas en venta cerca de casa. Al menos que dejen una plaza para ciberescribanos, una versión moderna de los la de Santo Domingo, en Méjico DF, armados de un portátil y una rápida conexión de internet, no de antiguas máquinas manuales.


Llovía endiabladamente al volver del Mercado de Abastos de Santiago de Compostela. Él guardaba celosamente el recuerdo del puesto de Peixes T. Vilanova con su elocuente cartel, Espazo libre de violencia machista. Daban vueltas como una peonza pese a Google Maps; piedras y colores eran todos iguales. Por la Rúa dos Trueques, una voz declaró que bonito, era muy bonito; pero que jamás podría vivir allí. No pudo reprimir la carcajada.

16 febrero 2016

Colaboración Levante-EMV 8/2/2016 "Diez años hace y unas horas"

"Diez años hace y unas horas"

Es infiel a los bares y a las peluquerías. Cada día pide un café corto y abre un periódico virgen. Cada tres meses se corta el pelo. Son deliciosos momentos de silencio, de reflexión. Si esa tranquilidad se trunca, cambia de local. Hace diez años y unas horas entró en un bar, pidió un café y reparó en que era el único cliente. El dueño había decidido que allí no se fumaba. El de al lado estaba lleno, allí se fumaba. Hoy los dos bares son de otros dueños.

Hace poco más de diez años se prohibió fumar en recintos públicos cerrados. Se lanzaron apocalípticas soflamas defendiendo la libertad en contraposición al control sovietizante de nuestras vidas. Se reinvindicó el derecho a enfermar y morir libremente. Se predijo el fin de una manera de vivir. Se anunció la ruina de nuestros bares y restaurantes. Se pronosticó que las discotecas se quedarían sin clientes, que los turistas buscarían otros destinos. Los autores de la ley quedaron señalados por el dedo de la intransigencia. Fue una campaña terrible.

Bares y restaurantes siguen existiendo, ampliando su negocio con las terrazas al aire libre. El turismo bate marcas. El aire es más limpio en las discotecas, ya no volvemos a casa con olor a tabaco y los fumadores compulsivos hemos notado que hemos reducido el consumo, que no malgastamos tanto dinero y que nuestra salud sufre menos. Los humanos somos máquinas de olvidar, con tendencia a deformar la realidad. Parece que la batalla contra la ley no existió, que no se utilizaron todos los argumentos imaginables para combatirla, muchos de ellos  cerriles, torvos o bastardos.

Valencia es una ciudad trastornada por la realidad. Se derrumban sus iconos políticos, embarrados en el fango de sus tropelías. Se engaña a sí misma; olvida su complicidad, sumisión, adulación y falta de sentido crítico que les alentó en la innoble tarea. La realidad golpea sistemática e inexorablemente los sueños que construyeron unos cuantos, arrastrando a unos miles.

Empieza a peatonalizarse la zona de la Lonja y el Mercado Central. Se alude a desconcierto y a contaminantes atascos, al desastre de la desaparición de plazas de la hora, al peligro de los bolardos abatibles, al caos de simultanear esas obras con el soterramiento de contenedores; se intuye que nadie irá a comprar a los comercios vecinos  al no poder aparcar. Los vecinos temen que los nuevos bancos sean un foco de atracción para ruidosos botelloneros.

No se preocupen. Dentro de diez años celebraremos que nuestra Lonja respira aire no contaminado y que la Unesco la sigue protegiendo, que las viviendas del entorno se han revalorizado, que las avenidas del Oeste y María Cristina son ejes comerciales de vanguardia, que el Mercado Central incrementa año a año sus visitas, la facturación de los vendedores y la entrada de paseantes que compran con entrega a domicilio. En diez años nadie recordará que  se criticara esa peatonalización.


Habían quedado dos veces a tomar café. Siempre en terraza para que él pudiera fumar. Recibió un correo en que ella preguntaba si ese día no habría café. Le prometió dejarlo todo para que lo hubiera. Les gustaba escuchar al otro y reir juntos. Muchos cafés después se siguen escuchando y riendo juntos. Él sigue fumando, en el balcón.

11 febrero 2016

Réplica Ciegsa

Escándalo CIEGSA Comisión Investigación

09 febrero 2016

Colaboración Levante-EMV 2/2/2016 "Diez mil"

"Diez mil"

Los Reyes le trajeron un patinete. Negro, las letras en verde fosforescente, las llantas de las ruedas de ese mismo color; mayor la delantera que la trasera. Salió de casa decidido a seguir el carril bici hasta la plaza del Ayuntamiento el domingo que se peatonalizaba y acogía un mercado de frutas y hortalizas de proximidad. Se cruzó con varios niños y niñas que montaban también en patinete. Él ya había cumplido cincuenta y seis, ellos muchos menos. En la plaza había tanta gente que no entró.

Europol, que como casi todo lo que tiene que ver con Europa últimamente no se sabe muy bien para que sirve, ha comunicado que al menos diez mil niños han desaparecido desde su llegada a la Unión huyendo de Siria y otras zonas en conflicto. Aclaran que han quedado en manos de una infraestructura criminal paneuropea y que se pierde la pista de unos cinco mil al llegar a Italia.

Europa está luchando en batallas equivocadas por razones equivocadas. Dicen que Draghi está deprimido porque los países abandonan las políticas de austeridad. Al tiempo, en varios países, vanguardia de los derechos sociales, se apropian de los bienes de los refugiados. Les quitan el dinero y las joyas para pagar sus gastos. Schengen está saltando por los aires y la última ocurrencia es sacar a Grecia de ese territorio de libre circulación. Diez mil niñas y niños han desaparecido mientras discutían qué hacer con los refugiados y cómo contentaban a sus electorados nacionales al hacerlo.

Las ciudades no tienen sentido si no son para conformar espacios de futuro. Territorios para la infancia de hoy y de mañana. ¿Acaso hay otra razón para abrir plazas, recuperar espacios peatonales, pensar en el comercio de proximidad, plantar árboles, controlar la contaminación, llenar de contenido las bibliotecas? Hablar de futuro siempre es hablar de infancia. ¡Diez mil desaparecidos dice Europol!

Siempre hemos pensado que nos cimentamos sobre la libertad porque todos venimos de un lugar menos libre. Salen del horror, de la guerra, de la muerte, de la hambruna y desaparecen. La Comunidad Valenciana ofreció valientes ofertas al gobierno central para ser territorio de acogida que han sido respondidas con rechazo o un escalofriante silencio. Nuestro ayuntamiento manifestó su voluntad de ser ciudad de acogida. Más silencio. Es el momento de repetirlo, de gritarlo, de lucharlo. Diez mil infantes ya no podrán ser acogidos, han desaparecido.

No hay hoy causa más noble y justa  que acoger, proteger y cuidar a quienes huyen de la más bárbara de las situaciones, la barbarie de la guerra.

“Vergüenza contra dinero” era el lema del Partido Ortodoxo del Pueblo de Cuba cuando afrontó las elecciones de 1952, que hubiera ganado de no haber sacado Batista los militares a la calle. Vergüenza contra pasividad, contra la indiferencia, contra el silencio. Vergüenza por los diez mil desaparecidos.


Se conocían poco. Mientras él tomaba una cerveza con sus padres le prestó el patinete, ella encantada le demostró, con un par de acelerones, que merecía la confianza depositada. Cuando se sentó a su lado, él le preguntó si fue ella la que pillaron el año pasado besándose en un pasillo del colegio con otro niño. Rápidamente le cuchicheó el nombre de los protagonistas. No fue ella. Tiene ya seis años y se llama Marta.

02 febrero 2016

Colaboración Levante-Emv 26/1/2016 "El fiasco de los números"

"El fiasco de los números"

Hiperbólico como era, estaba anormalmente contento y, por la absurda creencia en reglas de compensación universal, decidió entristecerse antes de que se le adelantara la vida. Dudó entre un cuento triste de Alice Munro, uno de Foster Wallace, o algo de Franzen lamentando la pérdida de Foster Wallace. Releyó a Piglia, triste al recordar que le habían diagnosticado ELA. Su memoria lo llevó a la página 207 de los diarios, justo donde reflexiona sobre las generaciones. El número forzó esa lectura, no al revés.

Todo son números. Dan seguridad, son fiables, se suman, se restan, se dividen, se multiplican, son objetivables, verificables. A los que somos de letras nos impresionan. Desde el 20D son omipresentes en sus escasas variantes. Sumas que incluyen a 123 o a 90, en grupos de 40 o 65, incluyendo a 4, a 2, a otros 2; incluso aventurándose a sumar 123 y 90. Y esto no ha hecho más que empezar.

Recientemente hemos sabido que el PP infló en 42.700 el número de árboles de la ciudad. A finales de 2014 se verificó que había 121.827 árboles mientras en 2013 se nos dijo que había 164.617. La inflación arbórea se cebó en unas cuantas especies. De  7.807 naranjos existentes, se nos hizo creer que eran 14.991 y de los 6.362 plátanos de sombra se nos coló muchos de matute hasta llegar a unos ficticios 12.405. Simulaban incrementar árboles, poco a poco, para transmitir una sensación de progreso adecuado.

Utilizar los números para apabullar es moneda corriente. Se nos quería hacer creer que más de dos mil millones de personas seguían las regatas de la Copa de la América por televisión, más de la mitad de la población mundial que tiene acceso a la televisión. Meritorio era, desde luego, y más considerando que tan aburrido espectáculo se desarrollaba mientras la mitad de esos supuestos televidentes estaba durmiendo.

Los balances se hacen a fuerza de números y sin números se pierde credibilidad. ¿Qué pensarían Consuelo Ciscar y el resto de responsables del IVAM al acabar las ruedas de prensa en las que inventaban un millón de visitantes anuales? Si habían entrado al museo cien mil, pues ellos tranquilamente nos decían que había sido un millón cien mil, y tan anchos. Aunque supiéramos que en el MOMA entran tres millones, en el Rijksmuseum de Amsterdam dos y medio, en la galería de los Uffizi de Florencia dos, o en el museo Pérgamo de Berlín un millón doscientos mil, nadie alzó la voz ante la falacia de que aquí pasáramos del millón, aunque nunca los viéramos.

Hace unos días se lió parda por el anuncio municipal de talar 2.700 moreras que ponían las aceras perdidas. En cambio, por habernos hecho creer que había muchos más árboles de los reales no se ha dicho ni mú. Ciertamente hasta los números son interpretables.


No necesita muebles pero ella se impone el placentero deber de estudiar las ofertas de Westwing. Calcula fríamente los precios con descuento, compara con otras webs. Compra en alguna ocasión. Teclea los dígitos del frontal de la tarjeta, le da la vuelta y teclea los tres números de seguridad. Le gusta esa web por su política de devoluciones. Él  recuerda que el 38% de la humanidad nunca se ha conectado a internet.

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