27 enero 2015

Colaboración Levante-EMV 20/1/2015 "El futuro ha llegado para quedarse"

"El futuro ha llegado para quedarse"

Cuando se vieron y hablaron por skype, por primera vez, tenían ya mucha información de ellos. Linkelin, Facebook y Twitter fueron de gran ayuda. Se trataba de cerrar los últimos flecos. Trucos de la calefacción, claves de los candados de las bicis, confirmar que dejaban algo de cenar la primera noche. Superadas las estúpidas prevenciones iniciales, mirándoles la cara intuyeron que saldría bien. Salió muy bien. Volverían a intercambiar su casa por vacaciones.

Llevamos  muchos años quejándonos de la falta de referentes ideológicos, morales o filosóficos; de la ausencia de intelectuales combativos. Puede ser, pero más seria es la ausencia de dirigentes políticos capaces salirse de la estéril previsibilidad en la que acunan sus reiterativos proyectos. Lo resumió muy bien Brian Cox, el físico de partículas que tiene un exitoso programa divulgativo en la BBC, “necesitamos un nuevo Kennedy, alguien que diga: “Elegimos ir a Marte”.

Filósofos, antropólogos, sociólogos, politólogos, economistas, intelectuales, que últimamente han dicho cosas interesantes, hay muchos. Latouche, Ivan Illich, Keneth Boulding, Bauman, Felber, Rifkin, Tim Jackson, Ostrom, Evgeny Morozov, Bauwens, Byung-Chul, John Ralston Saul, y muchísimos más analizan lo que hay, hacen predicciones, describen problemas, plantean soluciones. No es que todos tengan razón, ni mucho menos, pero entre todos ayudan. A menudo los buscamos para reafirmarnos en nuestras convicciones pero también nos llevan de la mano por caminos ignotos.

Una de las consecuencias de la globalización es infiltración masiva de la economía colaborativa, del consumo colaborativo y de la economía de compartir, que no es lo mismo. Sorprende a los gobiernos y sitúa a los agentes económicos clásicos en actitud defensiva, pero es imparable. El territorio en el que se desarrolla y concreta, es la ciudad, sin que los ayuntamientos sepan reaccionar.

No solo por la crisis, ni a causa de ella, intercambiaremos nuestras casas para ir de vacaciones, alquilaremos nuestros coches cuando no los usemos, las plazas de garage estarán ocupadas cuando no las usemos, las habitaciones dejarán de estar vacías en las casas, habrá quienes cocinarán para sus vecinos, habrá quienes cuidarán algunos hijos ajenos además de los propios, los espacios libres de las casas serán microcentros logísticos de empresas de distribución. Todo lo compartible se compartirá, en todo lo que se pueda colaborar se colaborará.

El Ayuntamiento de Valencia se puede enorgullecer de las apps de la EMT o de Valensi, pero es un páramo en casi todo lo demás que está por llegar. En vez de combatir los alquileres turísticos de casas y habitaciones, hay que ordenarlos y fomentarlos. En vez de castigar a Uber tendrán que uberizar a los taxis o taxizar a Uber. ¿Ayudará el ayuntamiento a gestionar las plazas de garage vacías, a que se puntúen nuestros restaurantes? ¿Habrá apoyo municipal a los alquileres y ventas de inmuebles? ¿Habrá plazas en las calles para coches compartidos?. No se ve pero no duden que habrá ciudades que sabrán llegar al futuro en este presente incierto.



Le costó que cerraran las tablets, que apagaran la Xbox y metieran en un cajón los relojes digitales que incluyen juegos. Ya llevaban un buen rato en la cama. Los tres  se resistían a apagar la luz y dejar sus libros en la mesilla. Al salir de la habitación, ella sonrío. Estaba teniendo suerte, estaba haciendo bien las cosas.

20 enero 2015

Colaboración Levante-EMV 13/1/2015 "El dinero chico"

"El dinero chico"

Él era Landerista, de Luis Landero, desde finales de los 80 y nunca ha dejado de serlo. No es solo que le gustara leerle, es que, absurdamente, llegaba a pensar que lo que leía ya lo había pensado él antes, y si no lo había pensado no tardaría en hacerlo. Podía probar y acreditar, por escrito, que él se desenamoró también y antes de una chica, por culpa de un  huevo duro, cuando lo convirtió en pasta en su boca. Revisando su Moleskine constató que, como Landero, tenía pasión por el “dinero chico”, por el precio de las cosas pequeñas, de las comidas, de los títulos de transporte, de las entradas de cine, de los calcetines, de las peluquerías, de las cervezas…

Los presupuestos parecen aburridos pero, en realidad, son muy entretenidos porque dibujan lo que será un año de actividad municipal. No así lo que se dice de ellos, que siempre es lo mismo. Los gobiernos dicen que son los más austeros, los más sociales y los más realistas de la historia; sus oposiciones, que son despilfarradores, antisociales y engañosos. Cuando esas oposiciones pasan a ser gobiernos, invierten las valoraciones y se vuelve a cerrar el círculo.

Mucho hablar de grandes proyectos, pero cuando se acerca el periodo electoral se recurre al dinero chico. No  se sabe muy bien qué van a hacer en la calle Félix Pizcueta pero ya está cortada, en Quatre Carreres van a terminar lo que el inacabado PAI dejó colgado, o sea, todo, alumbrado, jardines, saneamiento, señalización de viales... En Colón no tardará en deslumbrar el nuevo carril bici. Por fin llega la EMT a El Saler, pasando por el Palmar y el Perellonet. Todo para que parezca que algo pasa, que el ayuntamiento se mueve, que nuestros impuestos sirven para algo.

Obras todas de “dinero chico”, trescientos mil por aquí, medio millón por allí, cuatrocientos mil por el otro lado… Migajas. Da vértigo pensar que el presupuesto consolidado del ayuntamiento es de más de ochocientos millones de euros, con una deuda más o menos de ese nivel. Se ha relegado todo gran proyecto, lo que nos ponía en el mapa, lo que nos convertía en foco de atracción universal. Dinero chico que no llega para que las bibliotecas tengan libros de reciente publicación, para que en los barrios haya más instalaciones deportivas elementales, para que los jóvenes creadores y artistas tengan foros en los que expresarse.

Parece que no ha pasado lo mismo con los presupuestos del gobierno central. Allí todo es mucho más grande. Su dinero chico se va a ocho nuevas estaciones de AVE en poblaciones que no lo necesitan. Cuando dentro de unos años nos burlemos de esas estaciones vacías, como ahora hacemos con los aeropuertos, nadie se acordará de que otras veinte ciudades se quejaron por no tenerlas.


En la libreta de viajes de ella no había la más mínima mención al dinero. No solo es que le parecía de mal gusto hablar de dinero, es que cualquier dinero le era ajeno. Su libreta de viajes era un paseo por actitudes, de terceros o propias, gestos que les hicieron reir, colores de atardeceres o sabores de helado. Ni chico ni grande, solo el dinero suficiente para viajar algo y tomar un  vino. Alegría en el vivir.

13 enero 2015

Colaboración Levante-EMV 6/1/2015

"Fidedigno, el espía real"

Cuando se acercaba la noche de Reyes su padre les hablaba de Fidedigno. Era una suerte de paje real, más bien un inspector, que se desplazaba, de incógnito, vigilando niños. Era el encargado de supervisar comportamientos, analizar pensamientos, descubrir quiénes eran merecedores de regalo y quiénes de carbón. Llevaba una gabardina larga que le llegaba hasta los tobillos. Los más avezados podían descubrirlo porque usaba unas peculiares calzas plateadas que brillaban con el sol. Quienes veían a Fidedigno trataban de guardar la compostura, estiraban el cuello y disimulaban nerviosos. Buscando a Fidedigno y portándose bien, pasaban las fiestas.

Navidad, Año Nuevo, Reyes… Todo demasiado seguido, demasiado junto. Son un “pack” que deja poco espacio al matiz. Son balance y son propósito. Tirar lo viejo, saludar lo nuevo. Contaba Indro Montanelli que los italianos buscando lo nuevo, fuera lo que fuera eso, se encontraron con Berlusconi; madre mía... Se hacen infinidad de listas, de los que se han ido, de los libros que deberíamos haber leído, de los inventos que llegarán, de las profecías económicas que no se cumplirán, de lo que pasará en las elecciones que se acercarán inexorables.

Del 2.014 tengo “personaje del año”. Para mí fue Juan Fernando Pastor Fernández, técnico de diagnóstico, que viene denunciando con perseverancia, ataviado con un chaleco reflectante, que hay   irregularidades en el Plan de Prevención y Diagnóstico Precoz del Cáncer de Mama. Tengámoslo presente para que no sea el personaje del que viene.

Parece que todos anhelan, para el año que entra, el regalo del “cambio”. Paradójicamente todos los cambios son diferentes, cada uno sueña el suyo; igual que con el sentido común, cada uno tenemos el nuestro. Los cambios suelen ser para bien, dicen.

¿Y del futuro, qué? El color del año 2015 será el Pantone 18-1438, el color “marsala”. Así lo ha dictaminado el Pantone Colour Institute, que de eso sabe un rato. Tiene el tono terroso del vino siciliano, es un marrón rojizo, robusto, cálido. Los modistos lo introducirán en sus creaciones y estará presente en maquillajes, sombras de ojos o lacas de uñas. Estará en todos lados. Dicen que rebosa confianza y estabilidad. Si se presta atención es la suma de los rojos de siempre, matizados con el morado y magenta de los emergentes; guiño a nuestro panorama político. Un mezcladillo que a saber dónde nos lleva, y en qué orden, en esta ciudad de los regalos.

2015  es el año del centenario de la fundación de la “Banda El Empastre”. No puede pasar desaparcibida la efeméride. Su música,  bromas y cómicos acompañantes, arrancaron sonrisas a generaciones de españoles. Nacieron en Catarroja hace cien años y algunos recordamos, desternillarnos, un anochecer con ellos en la plaza de toros de la calle Játiva. Felicidades, ya tenemos un motivo para sonreír.


La emoción por abrir los paquetes, por adivinar su contenido, por desvelar los aciertos y errores, se solapaba con la intriga de la carta. Siempre había carta cerca de los regalos. Narraba situaciones que no conocía nadie más que ellos; trastadas que habían pasado desapercibidas, para todos, menos para los Reyes. Lo sabían todo. Eran tan indulgentes  en el perdón, como implacables en la descripción y en la regañina. El recuerdo de los regalos se borraba, no el de la carta, que era el regalo. Buen espía Fidedigno.

07 enero 2015

Colaboración Levante-EMV 30/12/2014 "Mobiliario Urbano"

"Mobiliario urbano"

Estaban cansados después de haber visitado el Museo Arqueológico y el Museo de la Colegiata de Santa María de Borja. La última parada de la tarde sería el belén instalado en el Convento de la Concepción. Manuel, el erudito presidente del Centro de Estudios Borjanos, su cicerone, pisaba con energía las vulgares baldosas de hormigón que habían sustituido los añejos adoquines. Ocurrencia de un alcalde zote que, habiéndolos descubierto en Benidorm, decidió implantarlos.

En las grandes ciudades, la estética de su mobiliario urbano no la condiciona tanto el capricho de sus ocurrentes alcaldes sino el espejismo de unos posibles ingresos publicitarios que podrían llegar por la explotación de sus espacios públicos.  El de Valencia, como  en tantas otras ciudades, es gestionado por una empresa francesa. Vista una, vistas todas. Todas igualitas con los mismos relojes, papeleras, postes, tableros publicitarios y demás chirimbolos; todas igual de afrancesadas e igual de anticuadas. Nosotros no cobramos por los múltiples trastos que inundan nuestra ciudad, las ganancias son para la empresa. Bastó la promesa de reponer papeleras, bancos y contenedores de pilas, para la adjudicación del contrato.

Es inexplicable que con la calidad, reconocida internacionalmente, de los diseñadores valencianos no se les implique en la tarea de renovar nuestro mobiliario urbano. Nacho Lavernia, Daniel Nebot, Sandra Figuerola, Marisa Gallén, Pepe Gimeno, Eduardo Albors, y tantos otros que, buscan la pieza perfecta para su función, casando utilidad y estética, han sido relegados. Ahora que agoniza el contrato con la voraz empresa francesa es tiempo de apostar por ellos.

El diseño lo envuelve todo, y una ciudad tiene que buscar su propio sello estético en sus objetos necesarios y útiles, no copiar, no debe aborregarse visualmente. Si hace ya más de tres décadas que los diseñadores de La Nave pudieron llenar de desbordante colorido, y de espíritu mediterráneo, los carteles que señalizaban turísticamente las salidas de la A7 en la Comunidad Valenciana,  ¿por qué una ciudad como Valencia no busca su impronta estética en su mobiliario?.

Un banco público es un lujo barato. Ojalá ejerciéramos esa costumbre sajona de regalar bancos a las ciudades, reseñando en una placa en recuerdo de quién se regala, su fecha de nacimiento y la de su deceso, y el motivo por el que se regala. En los bancos se ve pasar la vida. Son un sitio para conversar, para mirar. Pensar, por ejemplo, en lo que diría Plá de los que leemos, con absurda avidez, sus notas sobre el clima, su sueño, sus lecturas, su sensación térmica, sus borracheras o sus cenas, editadas como “la vida lenta” .


Valía la pena intentar cenar allí aunque solo fuera por el nombre del bar, “El buen humor”. Fueron los últimos en salir de allí. El dueño, alentado por la alegría de su mujer, les invitó a la última ronda. Hablaron de todo, incluso de cuándo se conocieron y de los años que llevaban juntos. Las botellas de Borsao Selección que fueron vaciando eran de tapón de rosca; parece que se suministran allí así a los bares, para que no se pierda tiempo descorchándolas. Según el enólogo Parker se trata, probablemente, del mejor vino del mundo, relación calidad y precio. El mamarracho del ecce homo en una ermita y la valoración de un gurú han revolucionado Borja. Sus bancos siguen alerta.

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