Colaboración Levante-EMV 20/1/2015 "El futuro ha llegado para quedarse"
"El futuro ha llegado para
quedarse"
Cuando se vieron y hablaron por skype, por primera vez, tenían
ya mucha información de ellos. Linkelin, Facebook y Twitter fueron de gran
ayuda. Se trataba de cerrar los últimos flecos. Trucos de la calefacción,
claves de los candados de las bicis, confirmar que dejaban algo de cenar la
primera noche. Superadas las estúpidas prevenciones iniciales, mirándoles la
cara intuyeron que saldría bien. Salió muy bien. Volverían a intercambiar su
casa por vacaciones.
Llevamos muchos años quejándonos de la falta de
referentes ideológicos, morales o filosóficos; de la ausencia de intelectuales
combativos. Puede ser, pero más seria es la ausencia de dirigentes políticos
capaces salirse de la estéril previsibilidad en la que acunan sus reiterativos
proyectos. Lo resumió muy bien Brian Cox, el físico de partículas que tiene un
exitoso programa divulgativo en la BBC, “necesitamos un nuevo Kennedy, alguien
que diga: “Elegimos ir a Marte”.
Filósofos,
antropólogos, sociólogos, politólogos, economistas, intelectuales, que
últimamente han dicho cosas interesantes, hay muchos. Latouche, Ivan Illich,
Keneth Boulding, Bauman, Felber, Rifkin, Tim Jackson, Ostrom, Evgeny Morozov,
Bauwens, Byung-Chul, John Ralston Saul, y muchísimos más analizan lo que hay,
hacen predicciones, describen problemas, plantean soluciones. No es que todos
tengan razón, ni mucho menos, pero entre todos ayudan. A menudo los buscamos
para reafirmarnos en nuestras convicciones pero también nos llevan de la mano
por caminos ignotos.
Una de las
consecuencias de la globalización es infiltración masiva de la economía
colaborativa, del consumo colaborativo y de la economía de compartir, que no es
lo mismo. Sorprende a los gobiernos y sitúa a los agentes económicos clásicos
en actitud defensiva, pero es imparable. El territorio en el que se desarrolla
y concreta, es la ciudad, sin que los ayuntamientos sepan reaccionar.
No solo por la crisis,
ni a causa de ella, intercambiaremos nuestras casas para ir de vacaciones,
alquilaremos nuestros coches cuando no los usemos, las plazas de garage estarán
ocupadas cuando no las usemos, las habitaciones dejarán de estar vacías en las
casas, habrá quienes cocinarán para sus vecinos, habrá quienes cuidarán algunos
hijos ajenos además de los propios, los espacios libres de las casas serán
microcentros logísticos de empresas de distribución. Todo lo compartible se
compartirá, en todo lo que se pueda colaborar se colaborará.
El Ayuntamiento de
Valencia se puede enorgullecer de las apps de la EMT o de Valensi, pero es un
páramo en casi todo lo demás que está por llegar. En vez de combatir los
alquileres turísticos de casas y habitaciones, hay que ordenarlos y
fomentarlos. En vez de castigar a Uber tendrán que uberizar a los taxis o
taxizar a Uber. ¿Ayudará el ayuntamiento a gestionar las plazas de garage
vacías, a que se puntúen nuestros restaurantes? ¿Habrá apoyo municipal a los
alquileres y ventas de inmuebles? ¿Habrá plazas en las calles para coches
compartidos?. No se ve pero no duden que habrá ciudades que sabrán llegar al
futuro en este presente incierto.
Le costó que cerraran las tablets, que apagaran la Xbox y
metieran en un cajón los relojes digitales que incluyen juegos. Ya llevaban un
buen rato en la cama. Los tres se
resistían a apagar la luz y dejar sus libros en la mesilla. Al salir de la
habitación, ella sonrío. Estaba teniendo suerte, estaba haciendo bien las
cosas.
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