Colaboración Levante-EMV 13/1/2015 "El dinero chico"
"El dinero chico"
Él era Landerista, de Luis Landero, desde finales de los 80 y
nunca ha dejado de serlo. No es
solo que le gustara leerle, es que, absurdamente, llegaba a pensar que lo que
leía ya lo había pensado él antes, y si no lo había pensado no tardaría en
hacerlo. Podía probar y acreditar, por escrito, que él se desenamoró también y
antes de una chica, por culpa de un
huevo duro, cuando lo convirtió en pasta en su boca. Revisando su
Moleskine constató que, como Landero, tenía pasión por el “dinero chico”, por
el precio de las cosas pequeñas, de las comidas, de los títulos de transporte,
de las entradas de cine, de los calcetines, de las peluquerías, de las
cervezas…
Los presupuestos
parecen aburridos pero, en realidad, son muy entretenidos porque dibujan lo que
será un año de actividad municipal. No así lo que se dice de ellos, que siempre
es lo mismo. Los gobiernos dicen que son los más austeros, los más sociales y
los más realistas de la historia; sus oposiciones, que son despilfarradores, antisociales
y engañosos. Cuando esas oposiciones pasan a ser gobiernos, invierten las
valoraciones y se vuelve a cerrar el círculo.
Mucho hablar de
grandes proyectos, pero cuando se acerca el periodo electoral se recurre al
dinero chico. No se sabe muy bien qué
van a hacer en la calle Félix Pizcueta pero ya está cortada, en Quatre Carreres
van a terminar lo que el inacabado PAI dejó colgado, o sea, todo, alumbrado,
jardines, saneamiento, señalización de viales... En Colón no tardará en
deslumbrar el nuevo carril bici. Por fin llega la EMT a El Saler, pasando por
el Palmar y el Perellonet. Todo para que parezca que algo pasa, que el
ayuntamiento se mueve, que nuestros impuestos sirven para algo.
Obras todas de “dinero
chico”, trescientos mil por aquí, medio millón por allí, cuatrocientos mil por
el otro lado… Migajas. Da vértigo pensar que el presupuesto consolidado del
ayuntamiento es de más de ochocientos millones de euros, con una deuda más o
menos de ese nivel. Se ha relegado todo gran proyecto, lo que nos ponía en el
mapa, lo que nos convertía en foco de atracción universal. Dinero chico que no
llega para que las bibliotecas tengan libros de reciente publicación, para que
en los barrios haya más instalaciones deportivas elementales, para que los
jóvenes creadores y artistas tengan foros en los que expresarse.
Parece que no ha
pasado lo mismo con los presupuestos del gobierno central. Allí todo es mucho
más grande. Su dinero chico se va a ocho nuevas estaciones de AVE en
poblaciones que no lo necesitan. Cuando dentro de unos años nos burlemos de
esas estaciones vacías, como ahora hacemos con los aeropuertos, nadie se
acordará de que otras veinte ciudades se quejaron por no tenerlas.
En la libreta de viajes de ella no había la más mínima
mención al dinero. No solo es que le parecía de mal gusto hablar de dinero, es
que cualquier dinero le era ajeno. Su libreta de viajes era un paseo por
actitudes, de terceros o propias, gestos que les hicieron reir, colores de
atardeceres o sabores de helado. Ni chico ni grande, solo el dinero suficiente
para viajar algo y tomar un vino.
Alegría en el vivir.
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