Colaboración Levante-EMV 6/1/2015
"Fidedigno, el espía real"
Cuando se acercaba la noche de Reyes su padre les hablaba
de Fidedigno. Era una suerte de paje
real, más bien un inspector, que se desplazaba, de incógnito, vigilando niños.
Era el encargado de supervisar comportamientos, analizar pensamientos,
descubrir quiénes eran merecedores de regalo y quiénes de carbón. Llevaba una
gabardina larga que le llegaba hasta los tobillos. Los más avezados podían
descubrirlo porque usaba unas peculiares calzas plateadas que brillaban con el
sol. Quienes veían a Fidedigno
trataban de guardar la compostura, estiraban el cuello y disimulaban nerviosos.
Buscando a Fidedigno y portándose bien, pasaban las fiestas.
Navidad, Año Nuevo,
Reyes… Todo demasiado seguido, demasiado junto. Son un “pack” que deja poco
espacio al matiz. Son balance y son propósito. Tirar lo viejo, saludar lo
nuevo. Contaba Indro Montanelli que
los italianos buscando lo nuevo, fuera lo que fuera eso, se encontraron con Berlusconi; madre mía... Se hacen
infinidad de listas, de los que se han ido, de los libros que deberíamos haber
leído, de los inventos que llegarán, de las profecías económicas que no se
cumplirán, de lo que pasará en las elecciones que se acercarán inexorables.
Del 2.014 tengo
“personaje del año”. Para mí fue Juan
Fernando Pastor Fernández, técnico de diagnóstico, que viene denunciando
con perseverancia, ataviado con un chaleco reflectante, que hay irregularidades en el Plan de Prevención y
Diagnóstico Precoz del Cáncer de Mama. Tengámoslo presente para que no sea el
personaje del que viene.
Parece que todos
anhelan, para el año que entra, el regalo del “cambio”. Paradójicamente todos
los cambios son diferentes, cada uno sueña el suyo; igual que con el sentido
común, cada uno tenemos el nuestro. Los cambios suelen ser para bien, dicen.
¿Y del futuro, qué? El
color del año 2015 será el Pantone 18-1438, el color “marsala”. Así lo ha
dictaminado el Pantone Colour Institute,
que de eso sabe un rato. Tiene el tono terroso del vino siciliano, es un marrón
rojizo, robusto, cálido. Los modistos lo introducirán en sus creaciones y
estará presente en maquillajes, sombras de ojos o lacas de uñas. Estará en
todos lados. Dicen que rebosa confianza y estabilidad. Si se presta atención es
la suma de los rojos de siempre, matizados con el morado y magenta de los
emergentes; guiño a nuestro panorama político. Un mezcladillo que a saber dónde
nos lleva, y en qué orden, en esta ciudad de los regalos.
2015 es el año del centenario de la fundación de
la “Banda El Empastre”. No puede
pasar desaparcibida la efeméride. Su música,
bromas y cómicos acompañantes, arrancaron sonrisas a generaciones de
españoles. Nacieron en Catarroja hace cien años y algunos recordamos,
desternillarnos, un anochecer con ellos en la plaza de toros de la calle
Játiva. Felicidades, ya tenemos un motivo para sonreír.
La emoción por abrir los paquetes, por adivinar su
contenido, por desvelar los aciertos y errores, se solapaba con la intriga de
la carta. Siempre había carta cerca de los regalos. Narraba situaciones que no
conocía nadie más que ellos; trastadas que habían pasado desapercibidas, para
todos, menos para los Reyes. Lo sabían todo. Eran tan indulgentes en el perdón, como implacables en la
descripción y en la regañina. El recuerdo de los regalos se borraba, no el de la
carta, que era el regalo. Buen espía Fidedigno.
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