Colaboración Levante-EMV 16/2/2016 "Socavón digital"
"Socavón digital"
Al jubilarse proclamó que nunca iría a por sus nietos al colegio ni a comprar al supermercado. Lo
incumplió. Descubrió el club de amigos de los paradores y sus descuentos. Recibía una revista
mensual. Tres o cuatro veces al año se escapaba con su mujer tras estudiar las ventajas de esa
amistad. Dejó de recibir la revista. Convenció a un nieto de
que enviara, en su nombre, una protesta por email. Con las disculpas volvió la revista. Duró poco. Se
acabaron los paradores, las noches, los puntos y los viajes. Sigue sin email.
El Ayuntamiento opera como gobierno
abierto, mejora su información en la web y cumple con los exigentes requisitos
de la necesaria transparencia. El año pasado recibió casi cinco mil quejas por
vía electrónica. Mejora sin cesar los canales de comunicación por internet y
cada vez se efectúan más trámites telemáticamente.
Las familias numerosas tienen importantes
descuentos en el autobús urbano pero la tarjeta solo se puede cargar por
internet. El valenbisi se lo cobran con la tarjeta de crédito aunque no se sabe
muy bien cómo darla de baja. Prácticamente todos los trámites municipales se
pueden hacer digitalmente; solo se requiere ordenador, móvil con internet y una
conexión razonablemente potente. El reto es acabar con el papel.
No se trata de meter miedo, a causa
de la red, como hace Evgeny Morozov con sus libros, “El desengaño de internet”
o “La locura del solucionismo tecnológico”; pero no podemos dejar de recordar a los que viven en el
socavón digital.
Jubilados que se desesperan en la
cola del banco porque no les dejan pagar un recibo en ventanilla. Familias
numerosas que no acceden a los descuentos del autobús porque no saben cómo recargar
sus tarjetas, parados que nunca llegarán a conectarse a las bases de datos de
empleos disponibles. Sorprende que un gran reto de las administraciones sea
contar con un mapa digital de recursos disponibles para los más necesitados,
muchos de los cuales no disponen de los medios para poder consultarlos.
¿Cuántas personas contactarían con un
familiar desplazado si alguien les ayudara a conectar con ellos vía skype?
Las administraciones deben ser útiles
a las personas, a todas las personas, incluso las que no pueden, ni saben, cómo
pueden beneficiarse de los medios que tienen a su disposición. No estaría mal
que llenáramos uno de los infrautilizados edificios municipales para que probos
funcionarios ayudaran a quienes quieran hablar con un nieto por skype, a
quienes necesiten mandar un mail de queja, a los interesados en recargar una
tarjeta de transporte, o, por qué no, echar un vistazo a wallapop por si hay
algunas muletas en venta cerca de casa. Al menos que dejen una plaza para
ciberescribanos, una versión moderna de los la de Santo Domingo, en Méjico DF,
armados de un portátil y una rápida conexión de internet, no de antiguas
máquinas manuales.
Llovía endiabladamente al volver del
Mercado de Abastos de Santiago de Compostela. Él guardaba celosamente el recuerdo
del puesto de “Peixes T. Vilanova” con su elocuente cartel, “Espazo libre de violencia machista”. Daban vueltas como una peonza pese
a Google Maps; piedras y colores eran todos iguales. Por la Rúa dos Trueques, una voz declaró que bonito, era muy bonito; pero que
jamás podría vivir allí. No pudo reprimir la carcajada.
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