15 septiembre 2015

Colaboración Levante-EMV 8/9/2015 "AtrapaelTigre.com"

"AtrapaelTigre.com"

Había prometido llevarles al parque acuático. Le daba una pereza infinita. No acababa de verse rodeada de cuerpos mojados, oliendo a cloro, resbalando durante horas y persiguiendo hijos despistados. Al regresar, corrió a contarle la escena: Los padres querían tirarse por un tobogán vedado al hijo pequeño. El niño se negaba a soltar la pierna del padre y berreaba. La madre lo resolvió por la vía rápida. ¡Deja al paaaapa de una vez, que no te llevará al circo!

Estamos enfrascado en una lucha sin tregua contra el mosquito tigre. Nada de recipientes de enseres, utensilios o recipientes que acumulen agua en las terrazas. En las zonas de huerta hay que tapar pozos y bidones de riego. Las piscinas deben mantenerse cloradas y en los estanques ornamentales, recomienda el ayuntamiento, introducir peces u “otros depredadores” de larvas de mosquito. El fin de evitar que se extienda el dengue y el “chikungunya” justifica los medios.

Ese peligroso mosquito, negro con rayas amarillas, será víctima del Plan Nacional de Mosquitos Invasores. Parece que le gusta meterse en los coches, en las alfombrillas o debajo de los asientos, cambia de coche con facilidad y salta de ciudad en ciudad. Hay más de 2.500 voluntarios “atrapa mosquitos”, investigadores volantes que los tienen que fotografiar e informar a los técnicos. Con el frío acaba el problema, ese bicho es capaz de hibernar y hay que liquidarlo esté donde esté. Se les atrapa con un aspirador manual que lleva una bolsa y así se  les recuenta y se les estudia.

La casualidad ha querido que tigres y mosquitos se unan. Mientras funcionarios de las Consellerías de Sanidad y Agricultura trabajan  con otras administraciones para erradicar el atigrado mosquito, discretamente se nos anuncia que los tigres malabaristas también se erradicarán. No habrá más circo que aquél que no tenga animales.

Dicen que se ridiculiza, maltrata y humilla a los animales en los circos. La lista de los que pasa a proteger el ayuntamiento es larga; elefantes, leones, tigres, rinocerontes, cebras, chimpancés, cocodrilos, pitones, dromedarios y osos, entre otros. Te paras a pensar en imágenes de cada uno de ellos y te invade la nostalgia de esas tardes de circo de la infancia.

Siempre nos quedarán las novelas de los circos decadentes, con sus dificultades económicas, sus empresarios malévolos, los jefes de pista enamorados de las acróbatas, los animales mimados por el pobre empleado que no cobra. “Agua para elefantes” de Sara Gruen, “El circo del Dr. Lao” de Charles G. Finney o “El gran salto” de Raúl Eguizábal, novelas todas que nos trasladan a esos circos que no volverán a Valencia. También evitamos que el mosquito tigre se les oculte entre las carpas y se vaya de gira con ellos.


No debía ser la única que insistía en gastar bromas cada veintiocho de diciembre porque en la tienda especializada en la venta de ese material tenía cola de clientes. Recorría con sus hijos sitios emblemáticos del centro con bombas fétidas, spray que simulaba caca y bichos de plástico. Se habían citado en la pista de hielo de la plaza del ayuntamiento. Él llegó pronto, le gustaba ver a la gente patinar; incapaz de hacerlo por sus tobillos laxos. Se negó a ver cómo reaccionaba la gente al pisar una caca falsa al salir de la pista.

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