Colaboración Levante-EMV 8/9/2015 "AtrapaelTigre.com"
"AtrapaelTigre.com"
Había prometido llevarles al parque acuático. Le daba una
pereza infinita. No acababa de verse rodeada de cuerpos mojados, oliendo a
cloro, resbalando durante horas y persiguiendo hijos despistados. Al regresar,
corrió a contarle la escena: Los padres querían tirarse por un
tobogán vedado al hijo pequeño. El niño se negaba a soltar la pierna del padre y berreaba. La madre lo
resolvió por la vía rápida. ¡Deja al paaaapa de una vez, que no te llevará al circo!
Estamos enfrascado en una lucha sin
tregua contra el mosquito tigre. Nada de recipientes de enseres, utensilios o
recipientes que acumulen agua en las terrazas. En las zonas de huerta hay que
tapar pozos y bidones de riego. Las piscinas deben mantenerse cloradas y en los
estanques ornamentales, recomienda el ayuntamiento, introducir peces u “otros
depredadores” de larvas de mosquito. El fin de evitar que se extienda el dengue
y el “chikungunya” justifica los medios.
Ese peligroso mosquito, negro con
rayas amarillas, será víctima del Plan Nacional de Mosquitos Invasores. Parece
que le gusta meterse en los coches, en las alfombrillas o debajo de los
asientos, cambia de coche con facilidad y salta de ciudad en ciudad. Hay más de
2.500 voluntarios “atrapa mosquitos”, investigadores volantes que los tienen
que fotografiar e informar a los técnicos. Con el frío acaba el problema, ese
bicho es capaz de hibernar y hay que liquidarlo esté donde esté. Se les atrapa
con un aspirador manual que lleva una bolsa y así se les recuenta y se les estudia.
La casualidad ha querido que tigres y
mosquitos se unan. Mientras funcionarios de las Consellerías de Sanidad y Agricultura
trabajan con otras
administraciones para erradicar el atigrado mosquito, discretamente se nos
anuncia que los tigres malabaristas también se erradicarán. No habrá más circo
que aquél que no tenga animales.
Dicen que se ridiculiza, maltrata y
humilla a los animales en los circos. La lista de los que pasa a proteger el ayuntamiento
es larga; elefantes, leones, tigres, rinocerontes, cebras, chimpancés,
cocodrilos, pitones, dromedarios y osos, entre otros. Te paras a pensar en
imágenes de cada uno de ellos y te invade la nostalgia de esas tardes de circo
de la infancia.
Siempre nos quedarán las novelas de
los circos decadentes, con sus dificultades económicas, sus empresarios
malévolos, los jefes de pista enamorados de las acróbatas, los animales mimados
por el pobre empleado que no cobra. “Agua para elefantes” de Sara Gruen, “El
circo del Dr. Lao” de Charles G. Finney o “El gran salto” de Raúl Eguizábal,
novelas todas que nos trasladan a esos circos que no volverán a Valencia. También
evitamos que el mosquito tigre se les oculte entre las carpas y se vaya de gira
con ellos.
No
debía ser la única que insistía en gastar bromas cada veintiocho de
diciembre porque en la tienda especializada en la venta de ese material tenía cola de clientes. Recorría con sus hijos sitios emblemáticos del centro con bombas fétidas, spray que simulaba caca y
bichos de plástico. Se habían citado en la pista de hielo de la
plaza del ayuntamiento. Él
llegó pronto, le gustaba
ver a la gente patinar; incapaz de hacerlo por sus tobillos laxos. Se negó a ver cómo reaccionaba la gente al pisar una
caca falsa al salir de la pista.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio