Colaboración Levante-EMV 17/8/2015 "Busquen a Josh Rouse"
"Busquen
a Josh Rouse"
Cuando se afeitaba su emisora favorita emitía “diario de la
crisis”. Esos terribles o esperanzados relatos de gente como él le turbaban. Desde
el primer día le acompañó el soniquete de la canción que introducía el programa. Era una canción perfecta, de
esas que no se cansaba de escuchar. Su sobrino le llevaba a una de las playas más apetecibles del
mediterráneo, puso un CD. La canción que sonaba era la del soniquete, la fantástica “Quiet town” de Josh Rouse.
La imagen del chico dormido en
posición fetal en un patio de luces de un inmueble del barrio del Carmen nos
persigue.
Se critica a quienes alquilan pisos
en barrios emblemáticos a los nuevos visitantes, unos que no han llegado ni por
la Fórmula Uno, la Copa América o los edificios de Calatrava. Se opina sobre
los macro o micro botellones que organizan. Son jaraneros y ruidosos. Hay
muchos. Son jóvenes, les queda mucha vida para recordar lo que hicieron, unos días
un verano, en Valencia. Algunos serán científicos; otros, escritores, músicos,
albañiles, comerciales o cualquiera de las cosas que les dejen ser. Han estado
aquí. ¿Cómo recordarán esto? ¿Recomendarán a más gente que venga? ¿Volverán?
Sin leer “Entre limones” de Chris
Stewart nunca habrías ido a las Alpujarras. Te motivaba más ir a Barcelona por
Eduardo Mendoza o por David Leavitt que por las olimpiadas. Te preguntas
cuántos de los que han venido a Valencia lo han hecho por Josh Rouse.
Búsquenlo. Es norteamericano y vive
en Valencia desde hace casi una década. Dicen que se instaló aquí por amor a
una valenciana. Muchas de las canciones que shazaneas, porque te llaman la
atención, de la series “Doctor House” o “Anatomía de Grey”, son suyas. Ganó un
Goya a la mejor canción original, una de la película “La gran familia española”.
Tiene muchos discos. “The happiness waltz” debió componerlo aquí porque refleja
lo que es un ser feliz, reivindica placeres sencillos, la tranquilidad de un
café, el atractivo de lo cotidiano, el amor, el buen humor, la brisa marina. Tiene
una canción que se llama Valencia en un album titulado “El Turista”.
Búsquenlo. Pregúntenle que tiene el
Kas que le gusta tanto, a dónde va en bus, en qué zona de la calle Jesús vive.
Dicen que va mucho a un bar de la calle Alcira que se llama Cracovia, bullicio
cultural. Dicen que va a presentar un disco nuevo y que actuará en Madrid el 3
de septiembre antes de iniciar una gira de un mes por Estados Unidos. Hay quién
lo ha encontrado después de un concierto en Matisse y le ha preguntado esas y
otras cosas. Dicen que siempre contesta con una sonrisa.
Si lo encuentra alguien del
ayuntamiento que le nombre hijo predilecto o algo así. ¿Cuántos vienen y
vendrán a esta “quiet town” gracias a él?
Desde
que despierta, a Lola le gusta inventarse vidas, las de otros o la suya propia.
Inventa tantas y tan detalladas que no duerme mucho. Ha leido tantos libros y
artículos de Muñoz Molina y de Elvira Lindo no le
queda mucho que inventar sobre ellos. Está
convencida de que podría
ser su amiga, por lo que cuentan. También
vive su propia vida, ahora probablemente la mejor de sus vidas posibles,
incluyendo las inventadas.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio