Colaboración Levante-EMV 7/7/2015 "Plaza y perdón"
"Plaza y perdón"
La noche anterior no durmió bien. Conocía la rutina del día.
Temprano empezaría la cadena de llamadas, azuzando a los más remolones. La cita
era en la plaza, como cada día tres. Para muchos todo eso no tenía sentido,
eran los convencidos de que no se podía dar marcha atrás en el tiempo y evitar
el accidente, de que nadie podría devolverles la vida a sus seres queridos, de
que nunca se podría evitar las lesiones y el pánico que acompañaría siempre a
los heridos. Ella también dudaba de sí misma, de su propia voluntad, del
sentido de sus actos pero sentía que
hacía lo correcto. Cogió la camiseta y la pancarta y subió en el taxi que la
llevaría a la plaza, como otras muchas veces.
Ya no va a haber
más concentraciones en la Plaza de la Virgen en recuerdo de las víctimas del
accidente de metro y en exigencia de responsabilidades. Hay un compromiso del
parlamento valenciano de investigar lo sucedido, con todas sus aristas y, si se
diera el caso, exigir responsabilidades si se derivan de la investigación. Es
lo que querían las víctimas y es el compromiso que asumieron cuatro fuerzas
políticas que hoy tienen una potente representación.
No hace mucho
recordaba alguien la incredulidad de los pasajeros más acomodados del Titanic
que, cuando el barco ya se iba a pique, se negaban a admitir que eso estuviera
pasando. Tenían interiorizada la idea de que una catástrofe así era “imposible”
y, aún más, que les ocurriera a ellos. Es así. Las desgracias ocurren pero
siempre a otros. Muchos de los que las han vivido tangencialmente, cierran
ventanas mentales, huyen del trágico recuerdo. Otros convierten la causa en su
razón de vivir. No ha pasado eso con las familias de víctimas del accidente de
metro de Valencia. Asumieron la desgracia, sufrieron el duelo pero no
conseguían sobrepasarlo porque sentían que se les mentía, se les despreciaba,
se les utilizaba, se les ocultaba, se les invisibilizaba, se les vilipendiaba.
No les permitían respirar hondo, asumir su dolor y mirar más allá.
Solo el tiempo nos
dará la auténtica dimensión del valor de la lucha de la Asociación de Víctimas
3J. Tanto tiempo, tantas concentraciones, tanta soledad. En una entrevista
Gamoneda comentó que su última pasión era la indiferencia. Tristemente hay que
recordar que la sociedad valenciana fue indiferente a ese sufrimiento, que
volvía la cara a la búsqueda de la verdad, que miraba a otro lado.
Las instituciones
renovadas han pedido perdón a las víctimas por su abandono. Ese perdón lo
tenemos que pedir todos y cada uno de nosotros, conscientes de que el único
perdón que vale la pena pedir es el que
perdona lo imperdonable. Les fallamos.
Estaban en el jardincito que hay enfrente de la estación de
Joaquin Sorolla. Habían colocado las flores en el lugar que coincide
exactamente con el punto subterráneo en que, hace mucho, ocurrió todo lo malo.
Él era otro, muy diferente al de nueve años atrás. Sostenía en brazos a su
nieto de pocas semanas. El pequeño lucía la camiseta de los puntos negros y
ocres que recordaban a fallecidos y heridos. Ese niño le daba sentido a tanto
sufrimiento. Hacer lo correcto siempre vale la pena. Sonrió y le dio un beso en
la nuca.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio