Colaboración Levante-EMV 5/5/2015 "El mundo es de los valientes"
"El mundo es de lo
valientes"
Iban a viajar, en avión y a un país extranjero. Esos saltos
a ciudades europeas, en vuelo directo, por obra y gracia de las compañías de
bajo coste, les forzaban a seguir
asombrándose con el entorno y con ellos mismos. Hacer las maletas en las
estrictas condiciones que imponían las compañías era un complicado ejercicio de
renuncias pero si iban con niños los patinetes eran imprescindibles. Como el
mundo es de los valientes, les enseñó, sobre un mapa, todos los puntos que pensaba
visitar. Sabía que lo conseguirían.
En esta ciudad de
batallas, de síes y noes, de Montescos y Capuletos, cualquier propuesta
encuentra vigorosos detractores. Da igual
que sea el agua, una bandera, o la peatonalización de una calle que
siempre habrá un buen número de críticos para una idea defendida con ímpetu.
Hace muchos años, en el mismo paquete peatonalizador incluyeron varias calles;
Roteros, Moratín o Músico Peydró, pero la que les quitaba el sueño a los
gobernantes de la época era Don Juan de Austria. Con la virulencia de la época
los comerciantes plantearon una gran batalla contra su peatonalización.
Afortunadamente ese gobierno municipal resistió el envite y hoy nadie recuerda
que no siempre fue peatonal.
El principal
ideólogo europeo de las peatonalizaciones, Rolf Monheim, decía que “una ciudad
sin áreas peatonales representativas parece ahora desesperadamente anticuada” .
Algo de eso nos está empezando a pasar. El parón peatonalizador es fruto de la
cobardía de los actuales dirigentes municipales, cómodos con el escepticismo de
comerciantes y habitantes, renunciando a la osadía y valentía necesarias para
actualizar nuestra manera de vivir.
Sin los redaños
necesarios nunca hubiera habido una calle Buchanan en Glasgow, que hoy es la
calle favorita de los escoceses, o una calle Stroget en Copenhague que es su
arteria principal y, tal vez, la calle peatonal más larga de Europa.
Peatonalizar es
mejorar nuestra calidad de vida. Con aceras más anchas hay menos contaminación
acústica y atmosférica. Se elimina la tensión de pensar por dónde hay que
cruzar, y se generan espacios que invitan a instalar bancos para sentarse, a decorar con arreglos
florales y a pavimentar con criterios estéticos pero favorecedores del paseo.
El gran espacio que
hay entre las Torres de Serrano y las Torres de Quart será algún día peatonal.
Residentes, comerciantes y visitantes convivirán armónicamente aumentando sus
contactos. Serán habitantes que saldrán más a la calle.
Podemos conformarnos en ordenar espacios
para turistas, espacios de ciudad museo; para compradores, espacios de ciudad
tienda; para las instituciones, espacios de ciudad política o para la
diversión, en espacios de ciudad bar, pero el reto es ordenar la ciudad para
vivir, y vivir de la mejor de las maneras posibles. No hay barrio en Valencia
que no sea susceptible de ser más peatonalizado y alguno lo va consiguiendo
como Benimaclet.
Sabían que era fiesta porque no iban a los sitios, pasaban
por ellos. Hablaban y hablaban, se fijaban en detalles de edificios o tiendas,
en los que no habían reparado antes. Si se cansaban se sentaban en cualquier
sitio. Si no había mucha gente alrededor a ella le gustaba alejarse unos
metros, ir corriendo hacia él y saltarle encima para que la recogiese a
horcajadas. Pasear, que se asocia a la vejez, es siempre volver a la infancia.
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