Colaboración Levante-EMV 15/9/2015 "Sirios en Valencia"
"Sirios
en Valencia"
En verano, la orilla del Sena quiere parecerse a una playa. Hay
arena, duchas, juegos infantiles, bares y gente en bañador; pero no es
una playa. Cuando la crisis de Calais, el pasado agosto, debajo de un puente
renombrado había decenas de tiendas de campaña, cuerdas con
ropa tendida y jóvenes africanos jugando al fútbol con
cualquier cosa redonda que pillaran. Decenas de voluntarios de Cruz Roja les
atendían. Al atardecer, acudían jóvenes franceses a enseñarles los rudimentos del idioma. Con papel y bolígrafo, como armas,
luchaban contra el abandono.
Seremos ciudad de acogida, comunidad
de acogida. Al parecer, el ayuntamiento prevé que el primer contacto con esta
tierra sea en el edificio “Veles i vents” . Un gran mirador, plagado de
terrazas, diseñado para seguir los entresijos de la America´s cup 2007 será el
primer centro en el que se atenderá a los refugiados sirios. Nadie en aquellos
días de glamour exultante, de exhibición obcena, de excesos sin fin, podía
imaginar un uso de ese calibre para tan peculiar edificio.
La ocasión lo justifica. Cada día en
el mundo 42.500 personas tienen que abandonar sus hogares y huir de una guerra.
Guerras que se suceden entre protagonistas parecidos, con apoyos parecidos, de
las que se beneficia siempre el oscuro mundo de la industria armamentista. Más
de sesenta millones de personas son refugiados, un país errante en direcciones
múltiples, mucho más poblado que España. Solo pueden recalar en ciudades.
Nos dicen que el ayuntamiento está
recibiendo una avalancha de solicitudes de colaboración por parte de nuestros
convecinos. Ciertamente será difícil canalizar tanto impulso colaborador.
Ada Colau, Anne Hidalgo y Sypros
Galinos, alcaldes de Barcelona, París y Lesbos, a los que se han ido sumando
los de A Coruña, Cádiz, Zaragoza, Santiago de Compostela y otras que llegarán,
han hecho público un manifiesto “Nosotras, las ciudades de Europa”. Recuerdan
que durante años los gobiernos han destinado la mayoría de fondos a convertir
Europa en una fortaleza y que ahora las ciudades están preparadas para ser
lugares de acogida y dar la bienvenida a los refugiados. Las ciudades no
quieren caminar solas, necesitan ayuda, de dentro y de fuera; principalmente de
los mismos gobiernos que les negaban el pan y la sal hasta que una foto desveló
sus miserias.
El conflicto sirio tapa el ucraniano
como éste tapó el eritreo o aquél el iraquí. La barbarie no cesa. Llegamos a la
luna, hablamos con una persona a miles de kilómetros por un chisme pequeñísmo o
curamos el cáncer pero somos incapaces de llevar paz a la humanidad. Podemos
ver desde google cualquier punto del planeta pero somos incapaces de frenar
guerras, masacres de inocentes y genocidios.
El
autobús estaba a punto de
llegar al cruce de Islas Canarias con Eduardo Boscá. Una señora, entrada en años, le dijo a su vecina que iban a
llegar a Valencia una barbaridad de sirios y que eso era una vergüenza. -Nosotros no somos ricos y no
estamos para acoger a nadie- Le recalcó.
La vecina la miró con una mezcla de
desdén e ironía. Abrió el bolso y sacó un libro de bolsillo, “Cometas en el cielo” de Khaled Hosseini. –Tenga, léalo. Es una historia que le le hará entender que lo que ha dicho es una
barbaridad. ¡Se lo regalo!-
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