Colaboración Levante-EMV 23/7/2015 "Se acabó el cole"
"Se acabó el cole"
Cambia
el cartucho de la impresora y con éste termina el trigésimo librito de “Nuestra
lista de recuerdos”. Daniel es maestro. Los de cuarto B terminan su aventura de
dos años con él. En el regalo de despedida les graba lo gratificante que ha
sido para él compartir ese tiempo con ellos, les avanza lo que les espera y
recoge treinta momentos, inmortalizados con una fotografía y unas letras. Cada
uno de ellos fue efímero protagonista en algún momento. No los olvidará. Cuando
se los cruce por el patio reconocerá algo suyo en ellos. Ya dice alguien que
algo de los genes se transmite por el aire.
Uno recuerda esos largos
veranos de tres meses que pasaban volando. Del pueblo de unos abuelos al de los
otros, el campamento de la Caja de Ahorros en La Barraca, baños en la playa,
sabor a mazorcas y sudor, sandías que chorreaban y agua de cebada que traía
Peret en burro. Pasan los años y siempre hay algo que los evoca, se acercan al
presente.
Acaba el cole y abren las
piscinas municipales al aire libre, la de Benicalap, la del Parque del Oeste,
la de la Hípica, Benimaclet, Castellar. Tienen precios muy ajustados y multitud
de actividades para ociosos escolares que ya están de vacaciones. Son barrios
muy diferentes, con estructura sociológica diversa, con acentos, costumbres o
comportamientos muy diferenciados entre sí. El mestizaje que tocaría es
intercambiarlos, alejarles de sus barrios, enseñarles otras realidades, tan
lejanas y tan próximas a la vez. Llevarles a una emocionante inmersión en territorio
ajeno. Con ojos pasmados constatarían que su pequeño mundo no se agota en los
límites de lo conocido.
La infancia da sentido a
la ciudad, la justifica, le otorga posibilidades de futuro. Sin niños y niñas
ahora felices dificilmente habrá sociedades futuras felices.
Navegando por la oferta
municipal orientada a personitas en formación tropezamos con sugerentes
ofertas. Talleres en la Alquería Campanar, escuela “Descubre la Granja”,
“Guardianes del patrimonio”, Talleres Alquería Félix, Campamento de inglés en
Rocafort, campamento náutico en el Saler, verano en la ciudad “Medium”. Sea lo
que se quiere transmitir con esas denominaciones, suenan bien.
En las pasadas elecciones
un periodista preguntó a uno de los candidatos a alcalde qué era lo que más le
había sorprendido de Valencia desde su designación hasta esa fase de la
campaña. Rápidamente respondió que el Cabanyal, “lo mal que está”, aclaró.
Transmitía la sensación de que nunca había salido del entorno del Mercado de
Colón o las Grandes Vías. Aún así obtuvo un importante respaldo.
Esperemos que dentro de
treinta o cuarenta años las candidatas o candidatos a la alcaldía sepan de que
les hablan cuando se les nombre Orriols, Benicalap, Extramurs, Canyamelar, o
cualquiera de esos barrios que tienen vidas diferentes entre sí. No es por su
nivel de pobreza, ni de riqueza, es casi siempre por la diferente manera en que
se enfrentan a lo desconocido.
Ellas se cogen de la mano. Ellos se abrazan por la espalda. Al acabar
esa edad en que en los recreos los
chicos se entienden con chicos y las chicas con chicas, unos y otras se
extrañan de querer saber más de los otros. Aprenderán mucho en verano, casi
todo lo que no se enseña en las aulas. Lo vivirán.
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