Colaboración Levante-EMV 15/11/2016 "La Albufera tiene sed"
“La Albufera tiene sed"
Llevaba
semanas pendiente de lo que se escribía sobre la superluna. No habría otra
hasta dentro de setenta años y a esa ya no llegaría. Entró en casa dando
palmas, movilizando a las huestes, animando a los remolones. -Tenemos un espejo
del sol que esta noche será el espejo de la luna. Nos vamos a la Albufera-.
Inmensa, orgullosa en su frialdad la luna les envolvió en la noche desapacible.
Al regresar la arrulló como tantas otras noches. Le susurró el famoso alejandrino
de Bellay -¡Feliz quien, como Ulises, he hecho un hermoso viaje-. –Es por la
compañía- dijo ella. La luna les espiaba.
Dicen que cuando
diluvia se proyecta la sombra de la sed en África. No se habla mucho de ello
pero se muere de sed más que nunca. El cuerno de África está yermo, sin
alimentos. Solo en la región de Afar, en Etiopía, medio millón de vacas,
ovejas, cabras, asnos y camellos, han muerto por inanición. Dos millones de
etíopes carecen de agua potable, otros dieciocho millones necesitan constantes
ayudas para sobrevivir. La sequía que están sufriendo es peor que la de 1985
que costó la vida a un millón de personas. Sin agua no hay vida.
Al-buhayra, nuestro
pequeño mar; la Albufera, está sufriendo. El bajo nivel de agua de octubre de
2014 causó la muerte de cuatro mil ejemplares de mújoles, anguilas y
pejerreyes. En 2015 se desecó el lago. Las expectativas para 2016 son sombrías.
Hay barcas varadas en plena “perelloná”, que es cuando debería tener el nivel
máximo de agua. Miles de hectáreas de arrozal se mantienen secas, las seis
matas no se inundan sin que se elimine su exceso de sales, dificultando que en
primavera nidifiquen las aves. Sobre esa situación nos alertan el presidente de
la Comunidad de Pescadores, José Caballer o el bueno de Francesc Baixauli.
La Albufera
necesita 210 hectómetros anuales de agua, tal como señala el plan de cuenca, y
para paliar esa situación es imprescindible que la Confederación Hidrográfica
del Xùquer aporte 8´1 hectómetros desde la presa de Tous. La convivencia de
arroceros, pescadores y cazadores de patos, con intereses comunes pero
encontrados, se resiente en situaciones como ésta. Hay pescadores que achacan
la situación a tancats de Silla y de Sueca por el cultivo de arroz o para
atraer bandadas de patos. Mientras, cultivadores de arroz se quejan de los
excesivos nutrientes del agua que llega desde plantas depuradoras perjudicando
fauna y flora. Si aumenta la salinidad del agua prolifera el invasor cangrejo
azul, ese que corta las redes con las que pescan las anguilas.
El invierno es para
inundar y sin inundación la Albufera deja de ser lo que es. Otra batalla que
dar.
Los barqueros son individuos portadores de historias. Soportan con
altivez el paso del tiempo y se rebelan contra la condena del olvido. Uno de ellos
organizó la jornada de bocadillos, quintos, anécdotas, brisa, sol y risas. El albuferenc se portó muy
bien hasta la hora de comer. Empezó a toser el motor y a asustarse el lobo de
mar. Sonreía como si no pasara nada pero pasaba que ya no quedaba casi nadie en
el lago. La fortuna quiso que el desconcierto durara poco, entre tos y tos, el
motor aguantó hasta la vera del restaurante.
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