Colaboración Manolo Mata 3/10/2016 "Retropía"
“Retropía"
El
padre trabajaba, los hijos ya no tenían colegio. Ir a recogerlo al trabajo les
hacía sentirse mayores. Los que recogían eran ellos, el recogido era él.
Dormían la espera en los aledaños del portal de la oficina. Algunas veces
tardaba más, otras tardaba menos. Aparentaba sorpresa al descubrirlos y los
premiaba con agua de cebada en el Rincón Valenciano. Era la mejor bebida de su
mundo en la mejor heladería de su mundo. Una y otra desaparecieron.
Zygmunt Bauman
sigue inventando conceptos desde la lucidez de sus noventa años. Escribe
buscando explicaciones a lo que nos pasa. Para él, ya no estamos peleando por
la utopía, por un sueño ideal de sociedad que nunca se acaba de concretar. Dice
que estamos instalados en la “retropía”, una permanente mirada nostálgica del
pasado. Buscamos, hacia atrás, un mundo que ya no existe. Cree que nos
olvidamos de la solidaridad social para caer en la autoresponsabilidad
individual, que soñamos con un mundo seguro que lo era por su propia previsibilidad.
Basta mirar atentamente a nuestro alrededor para constatar que no va muy
desencaminado.
La semana de la
movilidad ha sido exitosa, todo lo exitosa que puede ser una gota en un océano,
sin olvidar que sin gota no hay océano. Loable iniciativa que trata de
concienciar sobre el medio ambiente. Alerta sobre su degradación. Apela a la
vida saludable. Resalta la importancia del despilfarro de recursos por el uso
del transporte privado. Profundizando en la importancia que sobre la actividad
económica tiene el incremento de la peatonalización urbana. Funciona. Otras
campañas de sensibilización no tienen tanto éxito pero como decía Thomas
Edison, él nunca falló, solo descubrió 10.000 maneras de hacer algo que no
funcionaron.
Que sea exitosa,
que nos llegue, que nos interese, no quiere decir que no tenga detractores. Nos
advertía Elena Poniatowska que todos somos blanco y negro a la vez, así que el
ogro que todos llevamos dentro - en mi familia le llamamos “el oso” - les salió
a algunos ese día. Caos circulatorio, dificultades para acceder al centro,
atentado a la libertad, y muchos disparates más. Los críticos vomitaban
nostalgia del pasado, de calles
que absorbían un número limitado de coches, de tiempos en que se inventaban
argucias para que se pudiera regular el uso creciente del coche. ORA para que
hubiera rotación más fluida, ordenanzas que obligaban a construir edificios
siempre que hubiera garajes, sanciones duras a la doble fila. Viéndolo en
perspectiva es fácil concluir que solo el caos hubiera llevado a la limitación
del uso exponencial de los vehículos privados.
Hay estudios que
advierten que los jóvenes prefieren un buen móvil a un coche, esa será la
auténtica regulación. Criticamos que los chavales abusen de los móviles quienes
vivíamos la limitación a la infinita necesidad de leer tebeos. Peor es ver
familias paseando, niños a su aire, con padres y madres embebidos en sus
dispositivos.
Tenía la cara arrugadísma, usaba sobretodo gris y gorra de plato,
también gris. Del cinturón pendía un aro grande con decenas de llaves
ensartadas. De la muñeca colgaba un garrote. Saludaba siempre y a todo el
mundo. Les daba miedo mirarlo. Les ilusionaba hacerse mayores para algún día
poder gritar eso de ¡serenooooo! y dar dos palmadas. Se hicieron muy mayores. Hacía
mucho que él no estaba.
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