Colaboración Levante-EMV 3/5/2016 "Olimpo teatral"
"Olimpo teatral"
Es
de esos tipos a los que no les gusta Madrid. Demasiado grande, calles demasiado
concurridas, demasiado sucia. Si es inevitable y tiene que dormir allí busca un
hotel algo especial. Si el penúltimo fue uno con habitaciones temáticas de
cine, el último fue un hostal en la calle Fuencarral. Sidorme es limpio,
cómodo, agradable, silencioso y no agobian los empleados. En la última
planta hay una sala-cocina para
hacer café, tomar fruta o beber agua. Frente a la escalera hay una terraza para
fumar con muebles cómodos. Tal era su entusiasmo por salir que se estampó;
frente, muñeca y rodilla izquierdas, contra el impoluto cristal. Ella estalló
en una carcajada idéntica a la del miércoles anterior en el teatro Talía.
Ferrán Gadea caía con toda su humanidad sobre Casany en una de las primeras
escenas del “Sopar dels idiotes”.
Hay una generación que
aprendió a vivir en los cines de reestreno, de dos películas y en algún caso
tres. Viernes, sábados y domingos se alternaba el Price, el Astoria, el
Español, el Jerusalén y otros muchos. Solo películas muy escogidas eran
merecedoras de un dispendio mayor, las de estreno, y la ruta era el Lys, el
Coliseum, el Rialto o el Olympia.
El día en que el Olympia
dejó de ser cine y reabrió como teatro el espectáculo en Valencia entró en una
nueva dimensión. El cine mató los teatros, la televisión mató a los cines y
Netflix matará la televisión. Cantautores, humoristas, magos, actores y
actrices empezaron a desfilar por las tablas del Olympia y ahí siguen y
seguirán por muchos años. Es totalmente excepcional que una misma familia, como
han hecho los Fayos, mantenga un negocio cultural durante un siglo. Fascina el
eclecticismo de su oferta, la apertura de sus propuestas, la ausencia de
clasificación de su público. El público de María Ángeles y Enrique somos todos,
una semana u otra, nos adivinan.
Es tremendo el esfuerzo de
montar una obra teatral en este mundo de rapiña y beneficio fácil. Admira asistir a la lucha contra la
invisibilidad de actores, actrices, directores, autores, coreógrafos,
bailarines, responsables de atrezzo, músicos, y todas las personas que luchan
por seducirnos con sus ideas, su proyección de voz, sus gestos, su
sensibilidad.
Ha vuelto el teatro y con
mucha fuerza. Se habló valenciano en los premios Max. Nuestros teatros urbanos;
el citado Olympia, el Principal, el Talía, el Flumen, la Rambleta, el Rialto,
la Sala Russafa, el Ultramar… hasta el Musical, tras el nefasto periodo de José
Luis Moreno, va a reviscolar. Después de conocer nuevos espacios e innovadores
productos en la consolidada Russafa Escénica esperamos con ansiedad el traslado
del mismo espíritu al Cabanyal a través del festival Encontres.
En Stop Madrid pidieron unas copas de “12 lunas”, de Somontano. En la
extensa oferta no encontraron vinos valencianos. Les gusta hacer patria fuera
de casa. Acertaron. En el restaurante pidieron Emilio Moro, tampoco había vinos
valencianos. No hubo manera de hacer patria. Él se quedó emparrado mirando los
carteles del Teatro de Bellas Artes. Ángela Molina y Emilio Gutiérrez Caba
serán César & Cleopatra. Satisfacción patriótica al saber que les dirigía
Magüi Mira. Ella le sugirió pasar entre dos coches. Sin dudarlo aceleró y casi
se parte la rodilla buena con un bolardo camuflado. Escenas graciosas para
otros.
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