Colaboración Levante-EMV 1/12/2015 "Semillas helicóptero"
"Semillas
helicóptero"
Nadie por la calle. Era muy temprano, hacía fresco. Detrás de él sonaban unos
pasos, de zapato caro, que iban acelerando. Instintivamente, él también empezó a acelerar. A
mayor rapidez de los pasos, más rápidos eran los suyos. –¡Oye, oye!- Le dijo la voz del propietario de los zapatos de
suela. –¡Tú también lo haces!- . -¡Te he pillado!- . –Has cogido una de las semillas del único arce que nos
queda en la calle, la has tirado al aire y has esperado a verla caer dando
vueltas como las aspas de un helicóptero-. Era verdad. Lo hacía desde que era pequeño. Ahora las sámaras son difíciles de encontrar.
En Valencia hemos llegado a tener
siete mil arces. Casi todos los barrios tenían alguno. Hace unos años el
ayuntamiento decidió que no eran lo más adecuado para nuestra ciudad, que no
eran compatibles con el clima urbano. Los fueron sustituyendo por tilos. La
cuestión es que los niños se quedan sin poder tirar el fruto al aire, para verlo
caer en círculo, como aspa de un helicóptero.
Ni los cambios de árboles, ni los
recibos del IBI, ni los jardines públicos, ni el empleo son condicionantes que
fulminan o consolidan gobiernos municipales. En cambio, la ausencia de
seguridad ciudadana, la suciedad o el caos circulatorio son cuestiones que se
debaten en los bares, en las cenas navideñas y, con machaqueo orquestado de
medios de comunicación, desgastan, castigan y alejan a la ciudadanía de sus
electores.
Acaba noviembre y hace calor. Son ya
muchas las noches de lucha en las alcobas; de guerra del edredón. El “lo quito o lo pongo” se eterniza.
No hay ya fecha fija, calor y frío van y vienen sin agua que los moje.
Se reunen los estadistas en Paris
para ver cómo ponen freno al cambio climático, cómo vuelve el
“veratoñoprimavierno” sin limitarlo a
dos bloques de más fresco o más caluroso. Siempre sin lluvia.
Combustibles fósiles, tráfico urbano y otras muchas causas han sido el
detonante.
Hay voluntad municipal de dar un giro
radical a lo que ha venido siendo nuestro tráfico urbano. Se fomenta el uso de
la bicibleta y el running, se apuesta por la peatonalización, se cierra calles,
se fomenta el transporte público. Los que creemos en ellos cruzamos los dedos
para que tarde la ofensiva
injustificada que tilde esas medidas de instigadoras de caos circulatorio.
Affelpin/Meister, o sea él y su
sosias, sostiene que uno de los errores de los que luchan contra el sistema es
querer enfrentarse con él. Apuesta por algo más sutil y eficaz, negar el
sistema, ignorarlo. No ir contra él, sino junto con él, creando un continuum
espacio-temporal paralelo al de ciencia ficción. En eso están con las medidas
para diseñar el nuevo tráfico. A ver si cuaja.
Él era más de mirar escaparates que de entrar.
Ponía la excusa del
tabaco pero la realidad es que le daba vergüenza entrar a una tienda, preguntar,
tocar, mirar y no comprar. Ella era muy de entrar, preguntar, tocar, mirar, comprar
o no, abriendo la posibilidad de devolver, de descambiar. Llevaban semanas
pasando por las tiendas de bicis y de patines de Aragón y Puerto. Desear es sano,
encapricharse también.
Deseos y caprichos accesibles ponen de buen humor. Ella quería unos patines, él un patinete.
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