Colaboración Levante-EMV 5/1/2016 "Sensación térmica"
"Sensación térmica"
Iban preparados para resistir frío intenso. Estaban
en una ciudad europea cuyo nombre se asocia a modernidad, sostenibilidad,
bienestar, seguridad y solidaridad. Salieron disparados del restaurante para
acercarse a la plaza del ayuntamiento y celebrar el año entrante como
los nativos. Probos ciudadanos acudían pertrechados de inmensas cajas de fuegos artificiales que
lanzaban sin criterio ni control. Apostados en una esquina, esquivando cohetes,
él le preguntó por la temperatura. Ella le dio una cifra que parecía razonable, pero
le aclaró que la sensación térmica era seis grados menos. Sonrió y beso sus fríos labios.
Las aplicaciones de meteorología de los
móviles indican la sensación térmica, independientemente de la que marquen los
termómetros, por la influencia del viento o la humedad en nuestros cuerpos. Una
vez te lo cuentan cuesta prescindir del dato. No tiene sentido saber la
temperatura que marcan los termómetros si la “real” es otra.
Ha empezado un año nuevo, también
para la ciudad. Cada decisión, cada actuación, cada aportación o innovación
serán escrutadas, generarán posiciones enfrentadas, se criticarán y defenderán
desde la visceralidad. La “sensación térmica” sugiere que lo de la cabalgata de
la infancia y las magas republicanas se estirará. Se explicará que son las
“magas de gener”, sin ninguna pretensión de sustituir a los Reyes Magos, que
representan la libertad, la igualdad y la fraternidad. Se nos recordará que ya
se celebró en 1936 y en 1937 y que la iniciativa partió de la respetabilísima
Societat Coral El Micalet, pero no acabará ahí. Lloverán los artículos, las
reprobaciones, las sesudas reflexiones y el humor de calibre grueso. Largo se
nos hará. Ya decía Albert Ellis que el sufrimiento no viene generado por los
hechos externos, sino por la interpretación de los mismos. La interpretación
será larga.
A veces parece que nos empeñemos en
arreglar lo que no está roto, como niños con sus juguetes nuevos, cuando
empiezan a aburrirse.
Este año dará mucho juego la
remodelación de la plaza de la Reina; ese espacio situado en el cogollito de la
ciudad, muy transitado y caótico. El tráfico, los ruidosos coches y sus inherentes necesidades de aparcamiento tienen que dejar paso a árboles, pérgolas,
bancos, facilitando la ocupación del espacio por los peatones con la
convivencia con las terrazas tan atractivas para el visitante.
Incluso la ordenanza de colores para
el centro histórico y la unificación de normativas que proyecta el ayuntamiento
tendrá su polémica. Ya no es que el albín, almagra, añil, bermellón, carmín,
minio, oripomente o carbón hayan sido los más utilizados históricamente sino
que cualquier catálago que incluya y excluya dará pie a la polémica y hasta
aparecerán defensores del criterio cromático de la plaza de Chinchón.
Como hay gente para todo habrá
polémicas para todos los gustos. Paciencia.
Cogieron
el tren y llegaron a Helsingor. Pronto encontraron el castillo de Kronborg, el
que inspiró a Shakespeare para
ubicar Hamlet. La sensación
térmica era de menos
catorce. Pronto lo dieron por visto y se refugiaron en un edificio de cristal
que albergaba una cálida
cafetería. Había familias con niños por todos lados. Era un centro
cultural, había juegos
infantiles, ping-pong para los adultos, una librería impresionante. Las mesas, sillas y
perchas, rebosaban de chubasqueros, gorros, guantes y bufandas. Todos eran
amables, sonreían y dejaban pasar
al prójimo. Parece un país civilizado.
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