Colaboración Levante-EMV 27/10/2015 "El señor de negro"
"El
señor de negro"
No recuerda la primera vez que lo vió ni cuando dejó de verlo. Tiene
grabados sus rasgos, su bigote, su ajado traje, su paraguas, los gastados
zapatos y el abrigo que le cubría; hiciera el tiempo que hiciera. Su padre le contó que era
originario de Carcaixent, que había tenido un buen empleo y que había perdido la razón por algún drama familiar.
No faltaba a un entierro. Esa presencia era trabajo. Asistir a los oficios,
despedir al difunto, dar el pésame a la familia, a veces, como único asistente.
La muerte es omipresente pero la
escondemos. Va decayendo el ritual anual de acudir a los cementerios el día de
difuntos, por contra se incrementa la participación de los jóvenes en esa
fiesta importada que es Halloween. Los entierros se simplifican pero se pone en
valor los cementerios con iniciativas como la del Museo del Silencio y sus
visitas guiadas los sábados en Valencia.
Tenemos una maravilla de cementerio,
es un jardín tranquilo, entretenido de pasear. Blasco Ibañez, el pintor
Salvador Abril, Joaquin Sorolla, Nino Bravo, El Titi, Granero, Amparo Meliá,
compañera de Pablo Iglesias, Félix Pizcueta, Ángel Cristo, Rodrigo Botet y
muchos otros personajes que han tenido que ver con nuestra ciudad yacen en paz
en ese enclave del antiguo Camino Viejo de Picassent. Sorprende la existencia
de una sección civil o islámica,
aunque la primera es irrelevante en la actualidad ya que a los difuntos se les
entierra en nichos por orden de llegada con independencia de sus creencias
religiosas.
Ilustra mucho sobre una época leer con detenimiento algunas
inscripciones de lápidas, panteones o tumbas. Fotografías, frases lapidarias, símbolos
religiosos o cívicos, pueblan el recinto. Hay ángeles, estrellas de David,
símbolos masónicos. Atraen las que
hacen un guiño humorístico a la propia muerte, definen a quienes allí reposan.
Supongo que se mantendrá la tradición
municipal de efectuar una visita institucional el día de difuntos. Tal vez los
nuevos tiempos les lleven a visitar tumbas olvidadas durante las últimas décadas por lo que representaban o por
las actitudes personales de sus moradores. Tal vez el cambio también llega a
esas honras.
Ya no se recuerda las movilizaciones
de vecinos y asociaciones contra la instalación del crematorio. Se alertaba de
todo tipo de males vinculados a la contaminación que iba a generar la
instalación. Hoy la mayoría opta por la cremación.
Ya no hay entierros multitudinarios.
Dicen las crónicas que el de Blasco Ibañez fue impresionante. Parece que algún
cronista madrileño escribió una emotiva reseña en la que se recordaba que una
señera envolvía el féretro. No debió de parecerle muy inteligible al corrector
del periódico y tuvo a bien convertir nuestra bandera en una "señora"
y así andará escrito por algún sitio. Nada pareció objetar a que el pueblo
valenciano despidiera un insigne féretro con una señora encima.
Cuando
repasaban las fotos de los viajes siempre le llamaban la atención las de los cementerios. Solían estar sonrientes. Al fin y al cabo
estaban de viaje. La perspectiva de cruces o lápidas alineadas daban mucho juego a
la hora de encuadrar. Entraban, daban un silencioso paseo y buscaba fotos,
edades o símbolos sobre los
que comentar. Los camposantos de cualquier pueblo de Sicilia impresionan.
Demasiada gente joven se les ha quedado por el camino.
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