creatividad en la financiación autonómica

"La economía de mercado no es suficiente para crear una civilización" André Compte-Sponville.

En un Estado como el nuestro, muy descentralizado, plural, diverso y territorial, social e económicamente dispar, abrir el melón de la financiación autonómica genera fuertes tensiones. Eso no es malo. Se trata de un proceso que cíclicamente abre la Unión Europea y lo cierra con mejor o peor fortuna.

Va de suyo que elementos como la población o la dispersión del territorio son esenciales para acotar el debate. Quien tiene que atender a más personas tendrá más gasto pero quien tiene menos población pero más dispersa tendrá mayor gasto por persona a la hora de atenderla sanitariamente o escolarizarla. Tampoco es irrelevante conocer la curva de edad de esa población a atender, ni su estructura social, ni su origen.

Lo grave es que se ha asentado un principio muy discutible vinculado a las balanzas fiscales, el de la ineludible mejora de quienes son contribuyentes netos al sistema. Esa tema está pasando sin discusión y se empieza a asumir que quien más pone, más tiene que recibir. Es una aberración. España goza de buena salud económica tras más de veinte años de recibir fondos de cohesión europea con paises ricos que eran año tras año contribuyentes netos, con la ominosa excepción del Reino Unido que exigía el denominado "cheque británico" tras examinar la balanza. Se quiere romper, interesadamente, el axioma esencial por el cual caminamos a la igualdad: pagará quien más tenga, recibirá quien más necesita.

Hay que pergeñar un sistema de financiación autonómica en el que siendo importante el cuánto hay que recibir y el porqué hay que recibirlo, sea determinante el para qué.

No hay que olvidar que la financiación la reciben gobiernos que administran y gastan, y no se puede tratar igual a quien gasta en interés de la mayoría que al que malgasta para beneficiar a unos pocos.

Los trabajos sobre financiación autonómica deben introducir nuevas variables, bajo un gobierno socialista. A saber:
-Criterios de eficiencia medioambiental y de sostenibilidad. No se puede tratar igual al que protege al terriorio que al depredador, al que gestiona bien los residuos que al que no, al que limita las emisiones de Co2 que al que se la trae al pairo,...
-Criterios de eficiencia en el gasto. No se puede tratar igual al que gasta en investigación y desarrollo que al que gasta en fastos mediáticos, ni al que tiene escandalosos sobrecostes que al que aprieta a sus proveedores, al que salpican casos de corrupción que al que gestiona de modo eficaz y transparente.
-Criterios de eficiencia social. No se puede dispensar igual trato al que construye colegios modernos, paga bien a sus profesores y suministra ordenadores a sus alumnos, del que se limita a dar cheques a los colegios públicos que pagan mal a sus profesores, no los reciclan ni invierten en modernizarse. Tampoco a quienes garantizan salario mínimo de reinserción que a quienes no lo hacen. Ni a quienes facilitan acceso a viviendas baratas que a los que favorecen un urbanismo especulativo.
-Criterios para primar el sacrificio fiscal. Cuando hay tributos transferidos no es de recibo que se trate igual a quien elimina impuestos cedidos generando déficit que quien mantiene tributos como mecanismo de solidaridad.

En fin hay mucho por avanzar si se quiere introducir "civilización" y modernidad en la financiación autonómica. También es verdad que en esta, nuestra Comunidad, la introducción de mecanismos como los descritos nos sonrojaría pero la culpa solo será de los que han querido tener a Camps como presidente.