29 diciembre 2015

Colaboración Levante-EMV 22/12/2015 "El hombre de los dados"

"El hombre de los dados"

Salía del colegio electoral. Al verlo, enlenteció el paso. Caminaba sin pisar líneas, miraba el suelo, al andar, buscando monedas; subía las aceras siempre con el pie derecho, daba rodeos para evitar pasar bajo una escalera, huía de los gatos negros; si había algún mueble abandonado corría a tocarlo con los dedos cruzados. Se situó frente a los montones de papeletas. Sacó una piel del bolsillo, hizo extraños juegos de manos, contó, contó y recontó papeletas. Eligió la que el azar había señalado. Cabizbajo, la entregó al presidente de la mesa. Éste le conminó a que fuera él el que la introdujera. Se negó. Aliviado se marchó sin votar. La suerte le fue esquiva.

Hace muchos años se publicó una novela que pasó inadvertida en nuestro país, “El hombre de los dados”. La escribió el siquiatra George Cockcroft con el seudónimo Luke Rhinehart. El protagonista, también siquiatra, asentado pasa a convertirse en un hombre aleatorio, un “random man”, alguien que toma sus decisiones, trascendentes o inanes, dependiendo del capricho de unos dados que siempre le acompañaban. El azar, ese imponderable que intentamos manipular.

Con nuestras supersticiones nos vamos apañando cada uno de nosotros. Muchas son heredadas, otras aprendidas y algunas son una innovación. No son un problema más allá del tiempo absurdo que les podamos dedicar. El juego es el problema.

Alguna vez he tenido ocasión de comprobar, en los juzgados, el daño que hace el juego en determinadas personas y las consecuencias de la ludopatía en jóvenes que truncan sus vidas robando a familiares o amigos solo por la pasión por apostar.

No se entiende que afamados deportistas, referentes de generaciones jóvenes, se dejen tentar por las casas de apuestas y se exhiban impúdicamente en anuncios de televisión, animando a apostar, a asumir riesgos, a perder un dinero que aún no han podido ganar.

Igualmente sorprende que programas de información hagan alarde de empresas de apuestas por internet. O que el club de nuestros amores tenga anuncios de apuestas en el estadio o que manchen su noble camiseta.

Con dependencia de las empresas de apuestas, el deporte profesional corre un alto riesgo de  que sus competiciones puedan verse alteradas.

No hace mucho asistí a un infrecuente espectáculo. En un bar del centro se veía un partido de tenis por la tele entre jugadores desconocidos para mí. Entró un señor, preguntó el resultado, fue a una máquina y apostó algo en un set. Al rato apostó por un partido chino. Entró una pandilla de chicas y chicos rayanos la adolescencia. Juntaron un dinero, no tomaron nada, apostaron con jolgorio. ¿Es eso legal?, ¿consiente esto el ayuntamiento?.
  

Rostros enrojecidos se salen de la pantalla. Ella le miraba de reojo durante el telediario del día de la lotería. Sabía que cuando saliera el señor que podría evitar el desahucio, la anciana que iba a repartir el premio con los hijos, la chica que acababa de quedarse en paro o la que se acababa de enterar que estaba embarazada, él empezaría a llorar. Él, sabiéndolo, quería aguantar hasta que entrevistaran a la que no jugaba, la que se quedaba al margen, la que olvidaba comprar, la que fue marginada. La que decía compartir la alegría ajena como si fuera propia.-No me importa que no me haya tocado-.

24 diciembre 2015

Un nuevo canal 9

Recuperant RTVV

22 diciembre 2015

Colaboración Levante-EMV 15/12/2015 "El segundo tomo"

"El segundo tomo"

Nunca olvidaba las palabras inventadas. La última le había llegado en boca de los impulsores de la euroregión Serranía Celtibérica: demotanasia. Pelean por difundir planes de desarrollo rural sostenible en una zona más extensa que Bélgica o Cataluña pero que solo tiene ocho habitantes por kilómetro cuadrado. Siguen el ejemplo de Laponia. Hay que reconocerle el mérito a la investigadora Mª Pilar Burillo. Suma demos y thanasia, población y muerte; define aquellas acciones u omisiones políticas que han conducido a la desaparición lenta y silenciosa de la población de un territorio. Merecen una segunda oportunidad.

En esta ciudad llana, los peatones sortean bicicletas de colores atrevidos. Están de moda las que no tienen marca, las adaptadas a los gustos estéticos del comprador, las artesanales . En cada barrio hay un reparador de bicicletas. Oxidadas, olvidadas y arrinconadas, bicis de la adolescencia resucitan. Hay muchos manitas que se ganan la vida otorgando una segunda oportunidad.

Siempre tenemos al alcance segundas oportunidades y las abrazamos con pasión. El exitoso recorrido del cinestudio d´Or va a continuar con los renovados  Aragón. Nueve años cerrados para renacer con brío de la mano de profesionales de otras actividades. Reestrenan, abren la puerta a nuevas ocasiones. Películas de calidad, que tras efímeros estrenos, desaparecieron; otras, que con exitoso recorrido internacional no llegaron a estrenarse aquí. Algunas que impactaron un lejano día volverán a remover conciencias y sentimientos. Hay que ayudarles yendo e instando a que las autoridades les busquen huecos de ayuda, bien por promocionar el valenciano, bien por ayudar a difundir serias producciones autóctonas que eran ajenas a las ayudas oficiales. Tienen aún una sala pendiente de acondicionar y será curioso asistir a proyecciones de la era predigital y recuperar los colores de las películas de  35 milímetros con la cámara alemana de los años ochenta que corservan en buenas condiciones.

Lo de los cines engancha otra vez. Enternece ver pasar las páginas de “El libro de los cines de Valencia” de Miguel Tejedor Sánchez a mayores, impedidos, a los que les cuesta salir de casa. Sonríen y añoran, recuerdan y reviven.

También se reinventa el Pont de les Flors.  Ya no se  planta flores de Pascua en sus diez mil quinientas jardineras, solo en las cabeceras. Se elude el disparate de la época de la fiesta que nunca se acababa y se ahorra el cincuenta por cien del gasto anual en ese puente.

Un interesante negocio de segundas oportunidades es el de Re-Read. Se han instalado en Ramón y Cajal. Acogen libros que dejaron de leerse, que solo acumulan polvo en librerías olvidadas quitando espacio a otros nuevos. Es como el bookcrossing que se puso de moda hace unos años pero centralizado. Por tres eurillos te llevas lectura.


Buscaban palabras en clave para que nadie los entendiera. Si eran muy afortunadas; él, que era un bocas, las hacía públicas. Estaban al principio de lo suyo cuando ella le hizo ver que estaban empezando un segundo tomo. Hay que tener mucha suerte para poder empezar segundos tomos. Las segundas oportunidades son elecciones accidentales pero siempre anheladas. En el tiempo de los mails eternos leyeron por separado Contra el viento del norte de Daniel Glattauer. Su continuación, Cada siete olas, ya lo leyeron juntos. Vidas paralelas incrustadas en el segundo y definitivo tomo.

15 diciembre 2015

"Cincuenta" Colaboración Levante EMV 8/12/2015

"Cincuenta"

Sabía de ella por su hija y por la amiga de su hija pero nunca había llegado a conocerla. Le dijo que no era de esas sordas que tienen el carácter agrio. Su marido hizo un comentario socarrón que ella no alcanzó a oir. Se sentaba en el ambulatorio o en el parque deseosa de que le llegaran ecos de una buena historia. Ella contó una de esas que se repetirán en las cenas de amigos. Enviudó repentinamente una amiga suya al poco de que el fallecido hubiera estrenado un audífono de última generación. No sabía cómo pedírselo. La viuda no se daba por aludida pese a repetirle que no la entendía. Frivoliza con la muerte y con la sordera. Le encandiló. Estaba deseando volver al soleado ventanal desde el que se ve toda Valencia, a sujetar una copa de vino blanco, a oir sus historias robadas. Es elegante y lo sabe. Cuenta buenas historias y lo sabe.

El IVAM ha organizado una noche de convivencia en sus salas. “El museo: modos de uso”; le han llamado. Evocando la novela de Perec, “La vida instrucciones de uso” ofrece a cincuenta personas la posibilidad de cenar, dormir y desayunar en el vestíbulo de acceso, única parte disponible junto con los aseos de la planta baja.

El milongueo de la acción para “reflexionar sobre qué pasa cuando no pasa nada” o la “toma de conciencia del cuerpo y de la respiración, de la percepción del espacio propio y de los otros” no parece muy atractivo, parece cojo. Nadie nos cuenta cómo fue, qué pasó, quienes fueron los valientes que se llevaron el tuper con la cena, el saco de dormir y el termo del desayuno. Entre esos cincuenta debía haber algún buen contador de historias.

La actividad ha pasado bastante desapercibida  pero es imposible dejar de pensar en lo que pudo ser. Si se repite hay que pelear por ser de esos cincuenta, elegidos por riguroso orden de inscripción. Si se va multiplicando el ejemplo y se suman las noches en pijama con dinosaurios para niños en el Museo de Ciencias Naturales, por qué no extenderlo también a Mestalla o al Ciutat de Valencia, al despacho del alcalde o a un retén de bomberos.

Razones de seguridad aconsejaron que durante la noche del IVAM las salas permanecieran cerradas. Se perdía la posibilidad de dormir bajo tu cuadro favorito o abrazado a una estatua. Hay que mejorar la idea, es tan intensa que hay que mejorarla.

La noche de los cincuenta evoca el manifiesto del filósofo Nuccio Ordine, “La utilidad de lo inútil”. Algo debió pasar, alguna buena historia contaría alguien a alguien. No tenemos conciencia de que la literatura, las humanidades, la educación y hasta la capacidad de sorpresa son las que pueden reforzar las ideas de democracia, justicia, laicidad, igualdad o tolerancia. Todo está en historias contadas.


En Bruselas ya es navidad. Casetas de madera en cualquier plaza y luces led en cualquier calle. Vasos de vino caliente, cuencos de caracoles de mar con apio y caldo caliente o tazas de chocolate ocupan las manos. Los uniformes de camuflaje del ejército forman parte del paisaje. Llegan frases perdidas en varios idiomas a la vez. Las parejas o tríos de militares hablan mucho entre sí. Vigilantes que se cuentan curiosas historias.

08 diciembre 2015

Colaboración Levante-EMV 1/12/2015 "Semillas helicóptero"

"Semillas helicóptero"

Nadie por la calle. Era muy temprano, hacía fresco. Detrás de él sonaban unos pasos, de zapato caro, que iban acelerando. Instintivamente, él también empezó a acelerar. A mayor rapidez de los pasos, más rápidos eran los suyos. –¡Oye, oye!- Le dijo la voz del propietario de los zapatos de suela. –¡Tú también lo haces!- . -¡Te he pillado!- . Has cogido una de las semillas del único arce que nos queda en la calle, la has tirado al aire y has esperado a verla caer dando vueltas como las aspas de un helicóptero-. Era verdad. Lo hacía desde que era pequeño. Ahora las sámaras son difíciles de encontrar.

En Valencia hemos llegado a tener siete mil arces. Casi todos los barrios tenían alguno. Hace unos años el ayuntamiento decidió que no eran lo más adecuado para nuestra ciudad, que no eran compatibles con el clima urbano. Los fueron sustituyendo por tilos. La cuestión es que los niños se quedan sin poder tirar el fruto al aire, para verlo caer en círculo, como aspa de un helicóptero.

Ni los cambios de árboles, ni los recibos del IBI, ni los jardines públicos, ni el empleo son condicionantes que fulminan o consolidan gobiernos municipales. En cambio, la ausencia de seguridad ciudadana, la suciedad o el caos circulatorio son cuestiones que se debaten en los bares, en las cenas navideñas y, con machaqueo orquestado de medios de comunicación, desgastan, castigan y alejan a la ciudadanía de sus electores.

Acaba noviembre y hace calor. Son ya muchas las noches de lucha en las alcobas;  de guerra del edredón. El “lo quito o lo pongo” se eterniza. No hay ya fecha fija, calor y frío van y vienen sin agua que los moje.

Se reunen los estadistas en Paris para ver cómo ponen freno al cambio climático, cómo vuelve el “veratoñoprimavierno” sin limitarlo a  dos bloques de más fresco o más caluroso. Siempre sin lluvia. Combustibles fósiles, tráfico urbano y otras muchas causas han sido el detonante.

Hay voluntad municipal de dar un giro radical a lo que ha venido siendo nuestro tráfico urbano. Se fomenta el uso de la bicibleta y el running, se apuesta por la peatonalización, se cierra calles, se fomenta el transporte público. Los que creemos en ellos cruzamos los dedos para que  tarde la ofensiva injustificada que tilde esas medidas de instigadoras de caos circulatorio.

Affelpin/Meister, o sea él y su sosias, sostiene que uno de los errores de los que luchan contra el sistema es querer enfrentarse con él. Apuesta por algo más sutil y eficaz, negar el sistema, ignorarlo. No ir contra él, sino junto con él, creando un continuum espacio-temporal paralelo al de ciencia ficción. En eso están con las medidas para diseñar el nuevo tráfico. A ver si cuaja.


Él era más de mirar escaparates que de entrar. Ponía la excusa del tabaco pero la realidad es que le daba vergüenza entrar a una tienda, preguntar, tocar, mirar y no comprar. Ella era muy de entrar, preguntar, tocar, mirar, comprar o no, abriendo la posibilidad de devolver, de descambiar. Llevaban semanas pasando por las tiendas de bicis y de patines de Aragón y Puerto. Desear es sano, encapricharse también. Deseos y caprichos accesibles ponen de buen humor. Ella quería unos patines, él un patinete.

04 diciembre 2015

Ciudadanos oportunistas en el debate sobre España

El PP se suma al carro del oportunismo

Réplica a una propuesta de Ciudadanos sobre la unidad de España


02 diciembre 2015

Colaboración Levante-EMV 24/11/2015 "A inventar toca"

"A inventar toca"

Se tumbaron en el césped de la zona central la Plaza de los Vosgos. Estuvieron un buen rato mirando a un solitario señor sentado en un banco. Llevaba gabardina y custodiaba una bolsa grande. No miraba al frente sino al cielo, murmuraba constantemente. Sacó de la bolsa lo que parecía un plato grueso. Lo anduvo manipulando, sacó una galleta grande, la mordisqueó con deleite, se sacudió las manos y se levantó. Él se empeñó en volver a la rue Sainte Croix de la Bretonnerie y entrar en Fleux. Estaba obsesionado con comprar uno de esos inventos  aparentemente imprescindibles, extrañado de que no se le hubiera ocurrido antes a él; unas bonitas gafas para la presbicia graduadas de Letmesee. Ni él ni ella las necesitaban pero ya encontrarían a quien regalárselas.

Alguien, cuyo nombre desconocemos, se preocupó por la excesiva velocidad de los vehículos que circulan por la Ronda Norte. El periódico no da muchos detalles pero parece que contactó con el ayuntamiento. Alguien le hizo caso y
han eliminado la fase ámbar intermitente y pasa directamente al rojo. La intrahistoria de esas pequeñas revoluciones siempre queda pendiente. ¿Mandó un mail?, ¿llamó por teléfono?, ¿lo comentó a alguna autoridad municipal?. Menos mal que no nos lo cuentan todo. Así podemos especular, imaginar qué pasó para que a alguien le hagan caso. Nos fijaremos en los semáforos cercanos al Ciutat de València para verificarlo.

Guillermo Fesser, la mitad de Gomaespuma, se ha instalado en Estados Unidos, en el pueblo de su mujer, Rinhebeck. Lo que parecía temporal se ha convertido en definitivo. Allí escribió un libro que tituló “A cien millas de Manhattan”. Es un meticuloso relato de la intrahistoria de sus viviencias en esas tierras. Cuenta que el tercer miércoles de mes les recogen el cartón. Allí, en Rinhebeck pagan más los que menos reciclan. Solo los martes recogen la basura orgánica y sólo se lleva las bolsas azules con distintivo del ayuntamiento. Las venden en la propia casa consistorial, a seis dólares las grandes y la mitad las pequeñas. También venden unos cubos azules para la recogida semanal de botellas, tarros, bombillas, recipientes de plástico y latas. Un día al mes pasan a recoger periódicos y papeles. Parece muy lioso y visto desde aquí nos parece impracticable. A alguien se le ocurrió ese sistema y ya nadie lo cuestiona. Seguro que es más barato que otras fórmulas, más eficiente y garantista para el medio ambiente.

Hay gente que no para de pensar y de ahí ha surgido un “proyecto para reducir el atropello de animales en la CV-500”. Es la zona del parque de la Albufera. El proyecto es ambicioso porque está valorado en 2´4 millones de euros. Cierras los ojos e intentas pensar pero no se te ocurren ideas tan caras.


Veía como sus amigos trajinaban con la mudanza. Habían conseguido instalarse en Valencia. Les costaba dar un  toque cálido a la caterva de muebles que familiares y conocidos les habían ido regalando pero lo conseguirían. Torpe como era no se atrevía a colaborar. Estaba deseando que llegara la hora de colgar cuadros. Sugeriría que debajo de la Black Decker, mientras agujereaban la pared, sujetaran un cartón. El polvo no llegaría al suelo. La primera vez que lo vió pensó que hay gente muy ingeniosa.

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